Integrante de la selección de basquet que ganó el Mundial de 1950 ante Estados Unidos, Ricardo González sigue vinculado a ese deporte como un referente, y nunca abandonó su amor por el club Palermo, donde jugó durante una década.

Para el basquet argentino, 1950 fue un año de gloria, ya que ante un Luna Park repleto, la selección argentina le ganaba nada menos que a Estados Unidos por 64 a 50 la final del campeonato mundial de ese deporte, que por entonces pasaba por una etapa de expansión y éxitos permanentes.

Uno de los integrantes de ese grupo fenomenal, que con algunas variantes, también venció al mismo rival en los Panamericanos de México en 1955, fue el base Ricardo González, un virtuoso en su puesto, y que también fue goleador detrás del inolvidable Oscar Furlong.

Hoy, Ricardo González luce sus jóvenes 93 años con una lucidez y un gran entusiasmo al hablar de su trayectoria, pero no solo se queda en el recuerdo: también se anima a conversar sobre la importancia del deporte a nivel social, y como elemento de inclusión e integración de chicos y jóvenes, lamentándose que en la actualidad no haya un suficiente aliento desde las gestiones oficiales ni privadas a este tema.

En su departamento a pocas cuadras de plaza Italia, y junto a una mesa donde descansan un par de ejemplares de la revista El Gráfico, que lo tuvo a él como tapa, algunos recortes de época y una vieja máquina de escribir a la que no parece querer renunciar, Gonzalez narra algunos aspectos de su carrera deportiva demostrando una memoria privilegiada.

Casado con Rubi Elsa, y padre de María Eva, la hija adoptiva que le dio un nieto que hoy tiene 10 años, este hincha de Independiente que en su adolescencia eligió el basquet por sobre el futbol (aunque llegó a jugar en los infantiles de Chacarita), comenta que “yo nací a la vuelta del club Palermo, una entidad que marcaría mi vida, pero por el trabajo de mi padre en el viejo café Paulista nos mudamos a Constitución, aunque luego volvimos a La Paternal.”.

Ricardo Gonzalez

A los 11 años, Ricardo hizo sus primeras armas en el basquet en el club Añasco. Explica que “era un lindo club de barrio, pero como no tenía cancha reglamentaria para participar en los torneos, con un amigo nos fuimos a Sportivo Buenos Aires, que estaba en el corazón de Caballito, en la calle Gaona, y ahí llegué a la primera”.

Tras esa experiencia, durante dos años Ricardo recaló en Gimnasia y Esgrima de Velez Sarsfield, cerca de Floresta, pero un tiempo después llegó a Palermo, un club de en su momento tuvo distintas disciplinas, que años antes hasta había participado en los torneos oficiales de futbol, y del cual surgió el arquero Estrada, que fue comprado nada menos que por Boca en los años ‘40.

Ricardo relata que “cuando fui a Palermo a fines de los ‘40, el club tenía varias divisiones infantiles, y juveniles, hasta llegar a primera. Y todo era ad honorem. Hoy al club no le sobra nada, porque los gastos son muy grandes y se necesita otro potencial”.

Gonzalez trabajó durante un tiempo en el Citibank, y participó del torneo bancario, integrando un equipo que ganó dos torneos sudamericanos del gremio. Y agrega que “en 1948 se hicieron las Olimpíadas en Londres, en las que intervine. Aparte, en Palermo salimos campeones en 1951 y 1953, y en una gira por Europa ganamos 14 de 15 partidos, entre otros, a las selecciones de España, Italia, Francia y Suiza”.

Como el basquet por aquellos años era amateur, Ricardo sobrevivía con otras actividades. Luego de ser bancario, trabajó en el ministerio de Salud Pública, antes lo había hecho en el puerto de la Boca, en los barcos de transporte de cereales, y ya retirado del deporte como jugador, se dedicó a la actividad inmobiliaria. Pero asegura que “nunca me alejé ni del basquet ni de Palermo, y del que soy presidente honorario y voy siempre a las reuniones de su sede, a dar charlas y encontrarme con los viejos amigos”.

Aquella jornada gloriosa para el basquet argentino

Más allá de su destacada trayectoria como jugador de Palermo, Ricardo González tiene en claro que su gran momento fue esa jornada de gloria para el basquet que significó el triunfo ante Estados Unidos en la final de 1950, que se disputó en Argentina.

Ricardo comenta que “el estadio Luna Park estaba repleto y estoy seguro que si se hubiera hecho en un estadio de futbol, también se habría llenado” y solidario con los recuerdos, no deja de mencionar al técnico de aquel equipo campeón, Jorge Calabresi, que era “un adelantado y un estudioso del deporte”.

Destaca que “la pelota con la que se jugó ese partido está en la sede de Palermo, es de la época que las pelotas eran de gajos” y rememora que “luego del triunfo, nos recibió en la Casa de Gobierno el general Perón y nos ofreció lo que necesitáramos”.

Gonzalez aclara que “yo nunca fui partidario político, cuando a mí me preguntaron a quién le dedicaba el triunfo no mencioné al presidente, dije ‘al pueblo argentino que nos apoyó’. Lo que lamento es que en 1956 se hacían los Juegos Olímpicos en Melbourne, pero ya estaba el gobierno militar, que nos inhabilitó a casi todos, desalentó el deporte y ese excelente grupo se disgrego, y muchos se fueron a jugar a otros países”.

Una vez normalizada la situación, con la vuelta democrática, Gonzalez volvió a su viejo amor, y fue durante algunos años entrenador de su querido Palermo, el club de los colores azul con dos bandas, roja y blanca, en diagonal, entidad a la que le sigue siendo fiel hasta ahora”.

Hay que fomentar el deporte”

Apasionado por el deporte que practicó, pero por todos en general, Ricardo González tiene una visión muy crítica de la actualidad en ese aspecto. En este sentido, señala que “cuando yo era chico, la federación tenía un millón de jugadores federados, ahora no llegan a 200 mil” y remarca que “al menos en el interior los clubes tienen un apoyo mayor de la gente y de las empresas locales”.

Conocedor de que ahora el basquet es mucho más profesional, aún así remarca que “hay que fomentar el deporte en todas las áreas. Yo hace poco le dije al secretario de Deportes, Carlos Mac Allister, que debería afianzarse mucho más el apoyo a todas las actividades, antes estaban los Torneos Evita que integraban a un millón de chicos. Que le llamen de otra forma si quieren, pero que hagan algo similar”.

“Los gobiernos – señala - deben dar una mano al deporte. Hay profesores sin trabajo y podrían ir a los clubes. El chico tiene que salir de la calle, y el club es una opción para contenerlos”.

Hoy en la división mayor de basquet hay solo cuatro equipos de la capital: San Lorenzo, Ferro, Obras y Boca. Para Ricardo “es bueno que se integren los del interior, pero que no lo hagan por la falta de opciones en la ciudad, ya que los clubes cumplen una función social” y remarca con orgullo que “del club Palermo salieron grandes figuras del futbol, como los hermanos Higuaín, Saviola y Gracián, entre otros”.

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