Acorralado por las deudas que ahogaban a su querida fundación, hace hoy exactamente diez años el reconocido cardiocirujano René Favaloro se quitaba la vida con un disparo en el corazón. En su departamento de Barrio Parque junto a su cuerpo se encontraron tres cartas que explicaban las razones de su drástica decisión. Hablaban de soledad, abandono e incomprensión y señalaba responsabilidades.
Para el 2000 la Argentina atravesaba una fuerte crisis económica y política y la Fundación Favaloro estaba endeudada en unos 75 millones de dólares, lo que había obligado al prestigioso médico a golpear diversas puertas en busca de ayuda, entre ellas la del gobierno nacional.
Pocos días antes de su muerte había enviado una amarga carta al entonces presidente Fernando de la Rúa, en la que expresaba su cansancio por “ser un mendigo en su propio país” y solicitaba ayuda para enderezar la situación financiera de la Fundación. Además, expresaba que la sociedad argentina necesitaba de su muerte para tomar conciencia de los problemas por los que atravesaba.
En una de las cartas encontradas junto al cadáver, Favaloro describió la desigual lucha que lo enfrentaba a una espesa maraña de corrupción que involucraba a médicos, funcionarios y dirigentes sindicales.
“La calidad de nuestro trabajo, basado en la tecnología incorporada más la tarea de los profesionales seleccionados hizo que no nos faltara trabajo, pero debimos luchar continuamente con la corrupción imperante en la medicina (parte de la tremenda corrupción que ha contaminado a nuestro país en todos los niveles sin límites de ninguna naturaleza)”, explicó el médico.
“Nos hemos negado sistemáticamente a quebrar los lineamientos éticos, como consecuencia, jamás dimos un solo peso de retorno. Así, obras sociales de envergadura no mandaron ni mandan sus pacientes al Instituto. Lo que tendría que narrar de las innumerables entrevistas con los sindicalistas de turno!”, se quejó.
Favaloro también apuntó sus duras críticas a la obra social de los jubilados donde, según el médico, imperaba un sistema de retornos al que había que someterse para poder trabajar. “El PAMI tiene una vieja deuda con nosotros, (creo desde el año 94 o 95) de 1.900.000 pesos; la hubiéramos cobrado en 48 horas si hubiéramos aceptado los retornos que se nos pedían”.
La medicina: su pasión
René Favaloro nació y se crió en el barrio “El Mondongo” de La Plata donde desarrolló su amor por el fútbol y por Gimnasia y Esgrima, club del que se hizo un hincha fanático.
Realizó la primaria en la escuela Nº45 situada en la calle 68 y diagonal 73 y en 1936 entró en el Colegio Nacional de La Plata. Al finalizar sus estudios secundarios ingresó en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata.
En el tercer año comenzó las concurrencias al Hospital Policlínico donde reafirmó su vocación al tomar contacto por primera vez con los pacientes sin limitarse a cumplir con el programa, ya que, por las tardes, volvía para ver la evolución de los pacientes y conversar con ellos.
En 1950, a poco de graduarse, se trasladó a Jacinto Aráuz, un pequeño pueblo de 3.500 habitantes en una zona muy rica de La Pampa donde el único médico que atendía la población, el doctor Dardo Rachou Vega, estaba enfermo y posteriormente falleció.
Al poco tiempo se sumó a la clínica su hermano, Juan José, médico también. Durante los años que ambos permanecieron en Jacinto Aráuz crearon un centro asistencial, lograron que casi desapareciera la mortalidad infantil de la zona, redujeron las infecciones en los partos y la desnutrición y organizaron un banco de sangre.
Gran lector de las novedades médicas, Favaloro quedó impactado con las primeras intervenciones cardiovasculares que hicieron nacer en él el entusiasmo por la cirugía torácica y la idea de viajar a los Estados Unidos para hacer una especialización.
El prestigioso profesor José María Mainetti le aconsejó estudiar en la Cleveland Clinic donde se trasladó para trabajar primero como residente y luego como miembro del equipo de cirugía.