A pesar de sus obligaciones diarias como plegador en una fábrica metalúrgica, se hace tiempo para brillar con su voz sobre los escenarios. “Me gustaría tener un tema con el cual la gente me identifique”, señala.
Cuando empieza a sonar un bandoneón, una guitarra, un violín, inmediatamente irrumpe una voz, que pretende instalarse y ser un sello, una marca registrada. La música nuevamente aporta en La Matanza valores de primerísima calidad. Alguna vez asomó Daniel Argañaraz, hoy ya consagrado, y en ese camino aparece otro talento.

Jorge Márquez (37 años) busca su lugar a través del tango y lo hace a partir de una entrega única cada vez que toma el micrófono y que, a su vez, créalo, dan ganas de que siga cantando. "Amo a la música. Y me quedo con el tango, que me hace sacar sentimientos, bronca, alegría", dice el cantor de La Tablada, nacido en Villa Madero. "Después de cada show salgo como en una nube tanto como persona como artista", subraya.

Jorge no vive del tango ni del canto, aunque busca lograrlo. Es un objetivo planteado en su vida profesional, esperando una oportunidad. Hoy trabaja en una fábrica metalúrgica de lunes a viernes 8 horas diarias. "Soy plegador y desde los 15 años trabajo allí", cuenta el matancero, que nació en Villa Madero, en donde creció, luego se casó con Sabrina y se mudó a La Tablada. Y allí nacieron Nazareno, de 11 años y Morena, de 6.

Buscando quien patrocine su arte

Márquez fue Revelación 2014 en el Festival Nacional de Cosquín (ver aparte) y aún espera oportunidades que se ha sabido ganar que ameritan por su talento innato.

"Se complica porque no tengo sponsor y bancar músicos, grabar un cd significan dinero y con el sueldo que tengo no me alcanza para nada de eso, ya la prioridad es mi familia", explica, pero lejos está de bajar la guardia. "Seguiré insistiendo en busca de apoyo", asegura.

Su amor por cantar y por la música ciudadana tiene una raíz, que él se encarga de contar. "Al tango lo mamé de chico, de mis abuelos. En la escuela N°20 de San Justo hice la secundaria de grande, a los 18 años. Y ahí conocí a una gente que hacía teatro y comedia musical. Allí descubrí la faceta de cantar", dice y prosigue: "Me incliné por lo melódico y luego por el folklore. Pero mi abuela Glenda me sugirió el tango cuando yo cantaba melódico; me contactó con Daniel Luro, un cantor de tango de Villa Madero y él me llevó con un guitarrista de tango, Tin Castro. Con él me preparé y estudié tango".

Así empezó a cantar tangos, que se mezclaba con algunos show de melódicos, lo cual continúa haciendo. "Y hasta cumbia canto, pero siempre aclaro que lo mío es el tango".

Apasionado por el tango romántico

A la hora de trazar una línea dentro del tango, el cantor matancero establece sus gustos: "Me inclinó por el tango romántico, con intérpretes como Jorge Falcón, Rubén Juárez, Argentino Ledesma", dice y agrega: "Uno de los temas que más pide la gente es 'Amor Desolado'. Ese tema es de Alberto Cortez, pero lo transformó en tango Jorge Falcón. Cuando lo cantas la gente te compara con Falcón. Y me gustaría tener un tema con el cual la gente me identifique".

Con la misma pasión que expone sobre el escenario, este cantor popular se abre paso al ritmo del dos por cuatro.

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