Hot yoga es una disciplina que tiene muchos beneficios. Aunque en la Argentina recién está comenzando a cobrar fuerza, en el mundo tiene una gran difusión y por eso muchas celebridades ya la adoptaron. Desde Barack Obama hasta Jennifer Aniston, desde Andy Murray hasta Madonna y los integrantes de los All Blacks. Todos persiguen los mismos objetivos: mejorar la calidad de vida. Tonificación muscular, mejora del físico en general, lucidez mental, transmisión de emociones, concentración, buen humor, energía... Y la lista de los cambios que se producen, de manera rápida, al realizar hot yoga, podría seguir siendo ampliada.
Tamara Braunstein es la profesora que nos propone esta disciplina para mejorar la calidad de vida. Hace apenas cuatro meses que abrió el estudio Hot Room Yoga en el centro porteño. Es uno de los cuatro lugares que hay en nuestro país para realizar esta actividad. Los otros están en Palermo, San Isidro y Belgrano.
"Se hace yoga con 40 grados de temperatura y con 40 por ciento de humedad", explica la profesora. ¿Por qué ese calor? "Es para poder recrear las condiciones naturales climáticas de la India, que es el lugar en el que se gestan el Hatha Yoga y el Yoga en general. Y como consecuencia, este calor lo que hace es prevenir o limitar las lesiones, mayor eliminación de toxinas a través de la transpiración por la piel, el órgano más grande del cuerpo, y mayor circulación sanguínea, entre los muchísimos beneficios que tiene ese calor. No es que las temperaturas frías favorezcan las contracturas, sino que el calor disminuye el riesgo de lesiones. El cuerpo entra en calor más rápido y la sangre empieza a circular más rápido también. Así se puede profundizar más las posturas, sin riesgos", expresó.
Tamara nos cuenta que "el Hatha Yoga, que es una cultura milenaria, tiene 84 posturas. En mi estudio trabajamos mayormente la serie Bikram, que trabaja 26 posturas de las 84 del Hatha Yoga, más dos ejercicios de respiración. Están secuenciadas de tal manera que una tras otra generan beneficios en el cuerpo y pensadas para favorecer al físico. Es una serie que trabaja el refortalecimiento de columna. Tenemos mucha gente que llega con dolencias físicas y que se va realmente muy feliz en poco tiempo".
Además dio detalles de sus vivencias al expresar: "En cuanto a mi experiencia personal, yo fui bailarina profesional toda mi vida y conocí a esta disciplina en Manhattan, Nueva York, una ciudad en la que hay entre 15 y 17 estudios de Hatha Yoga. Es el lugar en el mundo que más estudios tiene de esta disciplina en relación a la cantidad de habitantes. Una amiga mía bailarina fue quien me introdujo en la misma. Lo primero que me dijo es que era el lugar en el que me iba a curar una lesión muy grande de rodilla que venía arrastrando. Había probado otros tratamientos y no me habían dado resultado. Probé el Hatha Yoga en un estudio muy chiquito en la calle Lexington. Fui una clase y me sentí impresionante. En ese viaje estuve 15 días en Manhattan, fui todos los días. Cuando volví a la Argentina comencé a practicarlo, decidí hacerme profesora y me abrí mi estudio. Eso lo tuve siempre muy claro. Fui directamente a Los Angeles a realizar el profesorado. Primero hice el de Bikram y luego estudié otras series. Por eso mi estudio es Hot Yoga y no solo Bikram. Además damos clases Advance, en las que enseñamos 40 de las 84 posturas, y muchas veces hacemos las 84 posturas y la clase dura tres horas y media".
Por último, contó detalles de cómo es una clase: "Se trabaja solo con tu propio cuerpo en una sala muy grande calefaccionada y con espejos. Entran hasta 55 personas. La temperatura se logra gracias a un equipo recontra trabajado que envía calor y humedad en forma simultánea. Ese sistema lo logramos gracias al trabajo de un ingeniero en calor. Todo el año pasado estuve en Europa trabajando, dando clase en distintos estudios de Hot Yoga, recorriendo, viendo, estudiando diferentes equipos, con formas diversas de funcionamiento. Me fui a perfeccionar para encontrar el rumbo de lo que pretendía hacer acá en Argentina. Allá conocí varios sistemas de calor y aprendí que siempre se trabaja con calor y humedad en forma conjunta. El calor seco no sirve. Tiene que ser cuidado, con purificación y extracción de aire. Y que la humedad esté moderada con un termostato. Eso fue lo que más nos costó, pero es nuestro mejor chiche. Tenemos un calor ideal y que es 'cero' agobiante y se acerca a la perfección para un estudio".