El extremo francés que juega en el París Saint Germain tuvo un Mundial consagratorio. A los 19 años, se perfila para heredar el cetro de Messi y Cristiano.

Es hijo del Mundial que ganó Francia en 1998. El 20 de diciembre de ese año, Bondy, suburbio de una París todavía embebida en gloria recibió a Kylian Mbappé.

Casi 20 años después, Francia lo disfruta como una carta vital para su seleccionado. Y algo más: Mbappé amenaza con heredar el trono de Lionel Messi y Cristiano Ronaldo por los próximos años.

"Kiki", como lo apodan, es un muchacho precoz: fue el debutante más joven de la historia del Mónaco (16 años y 345 días) y batió el récord que ostentó por 21 años Thierry Henry, nada menos. A sus 19 años, por caso, ya fue campeón de la Ligue 1 en dos equipos diferentes. Pero nada como la miel de ser figura para ganar un campeonato del mundo con su selección, algo de lo que probablemente nunca puedan jactarse Messi ni Cristiano.

En mayo de 2017, el atacante llevó al Mónaco a la consagración en la Ligue 1 después de 17 años sin festejos. Tres meses después, se marchó al París Saint Germain con una opción de compra de 180 millones de euros. Allí es compañero de los argentinos Ángel Di María y Giovanni Lo Celso.

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Mbappé pasó a ser tristemente célebre para los argentinos el 30 de junio pasado. Ese día, fue una pesadilla para los defensores argentinos. Recostado sobre la derecha, resultó letal con sus diagonales hacia el medio. Con una corrida memorable provocó el penal de Marcos Rojo que derivó en el 1 a 0, a poco de iniciado el encuentro. Y minutos después una diagonal suya obligó a Nicolás Tagliafico a cortarlo con falta cuando estaba punto de meterse en el área.

Argentina no supo controlarlo nunca en aquella dolorosa jornada en Kazan. Jorge Sampaoli lo intentó con el ingreso de Federico Fazio en lugar de Rojo, a quien Mbappé hizo amonestar. No hubo caso. Y en el segundo tiempo, el joven atacante fue todavía más decisivo porque aportó dos goles para desnivelar el tanteador. Primero el 3 a 2, con un zurdazo cruzado tras una serie de desinteligencias defensivas. Y luego el 4 a 2, con una sobria definición tras un contragolpe mortífero. Así Mbappé sacaba chapa de aspirante a ser figura del Mundial.

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Al brillo de Kazan le sucedió una actuación deslucida ante Uruguay en cuartos, y una más determinante frente a Bélgica en semis. Especialmente en el segundo tiempo, cuando Francia ya había conseguido la ventaja (ganaría 1 a 0) y Mbappé fue importante para enloquecer a los defensores rivales.

Fue el jugador distinto del torneo y también fue la figura de la final. Rápido y con desborde, volvió a ser letal. Estaba teniendo una actuación sin grandes luces hasta que se destapó con lo mejor de su repertorio: inició la jugada del tercer tanto y anotó el cuarto con un certero disparo al primer palo desde afuera del área.

Kylian Mbappé es el futuro del fútbol. Y a los 19 años, ya tiene un Mundial en sus manos. No es poco, ¿no?

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