Una encuesta organizada por #NiUnaMenos y publicada hoy dice que el 77% de las mujeres sufrieron violencia en manos de personal médico durante el embarazo o el parto. Susana es una de esas mujeres. Cuando perdió a su bebé, todavía no sabía que eso que le estaba pasando tenía nombre.

En no más de siete horas, Susana entró cuatro veces al hospital. Estaba embarazada de 8 meses, dolorida y agitada. Siempre la recibió la misma obstetra que, esa mañana, había advertido la agitación y le había ordenado que dejara de fumar.

-No fumo - le contestó Susana-  Fijate que no tengo olor a pucho. Siento que la nena me asfixia.

-Mentirosa- dijo la médica-. Volvé a tu casa. Todavía te falta.

Susana obedeció, pero el dolor no bajaba y volvió una vez más. Y otra.

El primer informe que elaboró el colectivo Ni Una Menos sobre violencia machista, en base a una encuesta nacional en la que participaron 60 mil mujeres, reveló que el 77 por ciento sufrió, al menos, una situación de violencia obstétrica. Según la Ley 26.485, asi se llama a la violencia que  ejerce el personal de salud sobre el cuerpo y los procesos reproductivos de las mujeres. Va desde el trato deshumanizado hasta el abuso de la medicalización de procesos naturales, como el parto.

"El eje central de la violencia obstétrica es la violencia simbólica", dice Violeta Osorio, integrante de la agrupación "Las Casildas". El primer indicio de que algo no está bien es la falta de información: "Las mamás no reciben toda la información durante el embarazo ni al momento de parir y así su autonomía se ve vulnerada y no son capaces de elegir cómo quieren parir", detalla.

Aquel día, Susana primero fue a un hospital de Lanús, a las 9 de la mañana. Ahi le dijeron que por un paro no había para atenderla. De ahí fue a otro de Lomas de Zamora,  tres veces, hasta que la atendieron.

A las 4 de la tarde ya no podía caminar. La entraron en una silla de ruedas. La recibió la misma obstetra:

-¿Qué hacés otra vez acá? Estas cosas me superan.

Susana pidió por favor, dijo que le dolía mucho. La atendió el jefe de Guardia, le hizo monitoreo:  la nena se movía "normalmente".

-Es sólo un dolor pélvico- dijo-. Te voy a dar un calmante.

Susana no quería: le daba miedo tomar cualquier cosa embarazada.

-Acá el médico soy yo, así que te callás la boca.

La inyectaron. La mandaron de vuelta a la casa.

"A las dos horas, sentí que la beba se empezó a mover desesperada, me pateaba como loca", dice Susana. Se desmayó de dolor. Despertó 4 horas después, en el piso, con la panza dura. Y entonces, con la experiencia de dos embarazos anteriores, lo supo: "La nena se me había muerto".

Llegó al hospital de Lanús a la una de la mañana. No había médicos. "Me mataron a la nena", gritaba. Recién a las 7 la atendió un médico y le hizo un monitoreo.

-¿Está muerta?- preguntó.

-No, está dormida.

Susana pasó las siguientes 12 horas llorando, internada. Recién a las 7 de la tarde la operaron. El anestesista llegó tarde. "No importa, total mucho no se va a mover", bromeó el cirujano.

Pidió que no la durmieran totalmente, que quería ver a su hija muerta. No la dejaron. Ella insistió. "Pesó 5 kilos, iba a ser una beba hermosa", dice ahora.

Salió del hospital e hizo la denuncia. Los médicos dijeron que la nena se había ahogado con el cordón y que había muerto de un paro cardíaco. También aseguraron que la asistencia fue rápida.

"Yo no tenía idea de que existía la violencia obstétrica, porque en ningún lado se habla de eso", dice Susana. A través de Facebook, se contactó con otras mujeres que sufrieron esto que para ella no tenía nombre y que tuvo como desenlace la muerte de su hija.

Se juntaron, se contaron sus historias y se hicieron más fuertes. Susana y cientos de mujeres más presionaron para que, por ejemplo, se reglamente la Ley de Parto Respetado, después de 12 años de promulgada.

A veces, a Susana todavía le supura la herida de la cesárea. Tiene constantes dolores en la espalda y, de vez en cuando, no logra mantener el equilibrio. Guarda todos los papeles y sigue de cerca su expediente, porque cree que en algún momento se hará justicia.

Por eso cuenta su historia. Porque necesita que la escuchen. Y que todas sepan lo que es la violencia obstétrica.


*Está nota fue escrita en el marco de la Beca Cosecha Roja en colaboración con Diario Popular y  será publicada en ambos medios.

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