El Presidente contestó preguntas durante media hora. En ningún momento perdió la calma. Temas urticantes como inflación, aportantes truchos a la campaña electoral 2017 de la Provincia y retenciones merecieron un "coucheo" previo que terminó convirtiéndose en un escudo para el presidente.

Mauricio Macri reiteró que no piensa modificar la baja de las retenciones a las exportaciones del agro pese a lo aconsejado por el FMI para cubrir el bache fiscal. Esa fue, a la postre, la única definición ante la requisitoria de la prensa en la que no mostró autocrítica por no haber controlado a la inflación que este año va a duplicar la pauta prevista, en la que pidió “paciencia” por la auditoría interna y la investigación judicial por el escándalo de los aportantes truchos a la campaña electoral bonaerense y en la que reafirmó el ordenamiento en marcha de la economía para que el país “pueda exportar más”.

Puntualmente a las 18 ingresaron a la sala de conferencias de la Residencia de Olivos el presidente, Marcos Peña, el secretario general Fernando de Andreis, el secretario de Comunicación Estratégica, Hernán Iglesias Illa, el vocero Iván Pavlovsky y el secretario de Comunicación, Jorge Grecco. A todos, tras la ronda de preguntas y respuestas, se los notó tranquilos.

Se trató de una conferencia de prensa estratégicamente calculada, en la que como dijo un funcionario de Jefatura de Gabinete finalmente “no sorprendió ninguna pregunta”. Temas urticantes como inflación, aportantes truchos a la campaña electoral 2017 de la Provincia y retenciones merecieron un “coucheo” previo que terminó convirtiéndose en un escudo para el presidente. No se lo notó incómodo en ningún momento ni siquiera cuando el colega de El Destape, sitio que ventiló la noticia de los aportes fraudulentos, le hizo un duro diagnóstico y le preguntó sobre su parecer al encabezar un gobierno que desde hace 2 y medio hace gala “de la transparencia”.

Sí se lo vio interesado en hablar sobre la negociación entre el Ejecutivo, los gobernadores y los bloques legislativos mayoritarios para diagramar el Presupuesto 2019 y así compartir el costo del ajuste que se viene para cumplimentar la meta de 1,3% de reducción del déficit para ese ejercicio.

Macri contestó preguntas durante media hora. En ningún momento perdió la calma. Y si bien no hubo mensaje a los mercados por la “tormenta” que atraviesa la economía argentina, sí coló el mentado tema del presupuesto en una pregunta que indagaba sobre la responsabilidad del Ejecutivo en el descontrol de la inflación. “Espero que entre todos en forma responsable resolvamos algo que arrastramos desde hace más de 70 años”, indicó al referirse a la necesidad de equilibrar las cuentas públicas.

Desde el martes el Gobierno convoca a ministros de economía provinciales, que son recibidos en Casa Rosada por Nicolás Dujovne (Hacienda) y Rogelio Frigerio (Interior). “No sólo tenemos que negociar con los gobernadores sino también con los diputados y senadores para evitar lo que pasó en diciembre con la reforma previsional”, explicó un influyente dirigente de Cambiemos, al recordar los incidentes dentro y fuera del Congreso cuando se debatió el cambio del cálculo del aumento jubilatorio.

“Estamos enfrentando una tormenta”, señaló ayer Macri al hacer mención a las turbulencias económicas y dijo que no se la puede asemejar a las “crisis pasadas” que la oposición vincula con el derrumbe del 2001. Con todo, auguró que el cimbronazo se terminará a fin de año y “el año que viene retomaremos el crecimiento y vamos a generar empleos como los 700 mil puestos de trabajo” creados hasta el primer trimestre de 2018.

Pese a que al menos dos de las diez preguntas indagaron sobre la inflación y qué medidas iría a tomar el Ejecutivo para evitar una caída del salario real, Macri no hizo mea culpa. En el pasado había dicho que era un factor fácil de controlar y que era “responsabilidad el gobierno” bajar el IPC.

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“No fue fácil como pensamos domar la inflación por nuestra historia, la que venía incubada por el cepo, las tarifas y ahora la tormenta que devaluó la moneda”, esgrimió. No hizo mención a la mala praxis económica de Jefatura de Gabinete o al fracaso de la política monetaria que terminó eyectando a Federico Sturzenneger del Banco Central.

Sobre el controvertido tema de los aportes truchos, pidió “paciencia” para la auditoría ordenada por la gobernadora María Eugenia Vidal, que ayer echó la contadora general María Fernanda Inza, y la investigación del juez federal Sebastián Casanello. Y, rápidamente, le adosó como una solución el proyecto oficial sobre financiamiento político, que busca bancarizar los aportes a las campañas electorales.

No dio definiciones sobre nuevos aumentos tarifarios. No los descartó de hecho y tampoco hizo mención al IPC previsto para este año: sólo que el objetivo es “ir bajando la inflación” para lograr “10 puntos menos” en 2019 y llegar a un dígito hacia el período entrante.

Sí hizo mención a la protesta de los trabajadores despedidos de Télam y bancó al ministro Hernán Lombardi al repetir la idea que “había superpoblación de gente, que se realizó especialmente en los últimos 4 años del gobierno anterior y eso no hace eficiente” a los organismos del estado como pretende su administración. Empero, entre los cesanteados hay periodistas con más de 25 años de antigüedad en la empresa.

Su definición más clara fue sobre las retenciones, que volvieron al tapete al ser recomendadas por economistas afines al gobierno y también por el FMI en su carta de intención para incrementar las arcas públicas. “Queremos que se exporte más, no sólo el campo sino la industria y la minería. No creo que las retenciones sean un impuesto inteligente”, abundó.

Por último, Macri evitó confrontar con la líder de la CC, Elisa Carrió, quien al hacer referencia al debate por el aborto había dicho que el presidente le dijo que lo promovía porque “sabía que no se iba a aprobar” en el parlamento. Al ser consultado al respecto, Macri evitó desmentir a la diputada y sólo dijo que “abrí el debate porque la Argentina tiene que hacerlo para saber ejercer nuestras libertades con responsabilidad”.

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La convocatoria fue atípica por la anticipación –el jueves pasado- y, a la postre, también resultó inédita por la protesta bajo la lluvia, que la acompañó hasta media hora después de terminada, de parte de trabajadores de la agencia de Télam paralizada desde hace un mes por los 357 despidos.

Poco después de las 16 cuando se abriera la sala de prensa de calle Villate, decenas de manifestantes acompañados por afiliados del gremio Sipreba protestaron contra el gobierno por lo que consideran despidos injustificados y una política de desguace de la agencia oficial de noticias.

Con pancartas con leyendas tales como “Hoy falta Télam”, “No al cierre de corresponsalías”, “Lombardi vaciador”, los manifestantes cantaban contra el Ejecutivo al son de los bombos. Había poca custodia y tampoco se cortó el tránsito, por lo que un fotógrafo fue embestido por un auto. Rápidamente fue auxiliado y trasladado en una ambulancia.

En los pórticos verdes de la Residencia de Olivos había una discreta custodia de Policía Federal y dentro marchaban a paso lento algunos uniformados del Ejército que dependen de Casa Militar. La lluvia por momentos mostraba poco movimiento, pocos paraguas, en la residencia presidencial.

Tras el mencionado incidente, la Policía cortó el tránsito por Villate, Más tarde ese bloqueo obligó a al menos 5 coches oficiales y una camioneta a hacer cola frente al portón de avenida Maipú, uno de los ingresos menos utilizados. “Hay choferes y también gente que viene a los partidos de fútbol de los miércoles”, dijo un efectivo que custodiaba esa zona. Quizás el mal tiempo obligó a suspender el picadito pero no el asado que usualmente degustan los allegados al Presidente.

Dentro de la sala de conferencias, se los vio tranquilos a los funcionarios y también al propio jefe de estado. No hubo sobresaltos, eran las preguntas esperadas y hubo un “coucheo” previo sobre los temas de agenda más urticantes. Fue una conferencia de media hora. Tampoco se mostraron sobresaltados por la protesta de los trabajadores de prensa cuyos gritos se escuchaban por los caminos internos del predio pero no en las casonas donde atienden los funcionarios.

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