
En sus primeros amistosos, Edwin Cardona mostró un nivel que ilusiona. Le hizo goles a Nacional y Colón, y además asistió a Darío Benedetto. Hoy por hoy, es el jugador distinto que ilusiona al Mundo Boca, y el hecho de llevar la camiseta número 10, que utilizaron tantas glorias a lo largo de la historia, suma más porotos.
Sin embargo, para llegar al lugar donde está hoy, tuvo que pasar una infancia dura, en la que sólo había lo esencial para seguir adelante. Vivía en un cuarto, junto a sus padres Andrés Giovanni Cardona y Paula Bedoya, y sus tres hermanos menores, Geraldine, Mateo y Yeison. Ahora, todo cambió, pudo ayudar a su familia, se casó con Carolina Castaño y tiene dos hijas: María Ángel y Ana María.
Su historia comenzó en el barrio Belén de Buenavista, de Medellín. Empezó jugando en el equipo del pueblo, mientras vivía con sus padres y hermanos en un cuartito muy humilde.
Para ir a entrenar utilizaba una bicicleta, ya que los colectivos eran un lujo impagable. Los veedores de Atlético Nacional, un día pusieron los ojos en él, y lo llevaron para que juegue en inferiores, cuando tenía 13 años.
Ya por lo menos había conseguido plata para los viáticos. Cuando fue creciendo futbolísticamente, el club lo trasladó a una casa más grande, para vivir con su familia, más cómodamente.
La dura historia de vida se potenció cuando su madre tuvo que luchar contra un cáncer de ovarios. Ahí, Edwin no dejó el fútbol, pero estuvo siempre al lado de Paula. Fueron diez meses de quimioterapia. Hoy por hoy, su panorama es diferente. Y disfruta mucho de su presente, debido a todo lo que le costó.