Tal vez decir el cura Lorenzo de Vedia no suena conocido, no conmueva. Pero si se lo llama “Padre Toto”, entonces enseguida aparece la imagen de un sacerdote comprometido con lo social que integra el equipo de Sacerdotes para las Villas de Emergencia. Un trabajo con un valor social inimaginable y que al fin tuvo su merecido reconocimiento.
Es que la semana pasada fue declarado por la Legislatura porteña como Ciudadano Ilustre de la Ciudad basado en su labor religiosa, que lo llevó a conducir en los últimos años la parroquia Virgen de los Milagros de Caacupé que está en la Villa 21-24 de Barracas.
La entrega de la distinción, impulsada en la Legislatura por la diputada María Rosa Muiños, se dio durante una ceremonia en el salón Dorado del Parlamento, que fue colmado por una multitud de personas que quiso acompañar al sacerdote, además de funcionarios porteños y de un grupo de Veteranos de Malvinas.
‘Está bueno ser Ciudadano Ilustre, es un honor recibir esta distinción, pero mejor sería ser Ciudadano Popular, en el sentido de sentirme parte del pueblo y ser fiel al pueblo‘, dijo un emocionado Padre Toto tras recibir el diploma del reconocimiento que fue votado el año pasado por la Legislatura.
El sacerdote también recibió un poncho de regalo de parte de los Veteranos y un cuadro con su retrato junto a un niño.
Durante su discurso, aseguró que agradece ‘a Dios ser ciudadano de la Ciudad cuando hay muchos habitantes que no tienen reconocidos sus derechos‘ y pidió para que ‘haya una sociedad más justa y solidaria‘.
El Padre ‘Toto‘ fue designado en 2014 como capellán del Movimiento de Trabajadores Excluidos y de los Trabajadores Cartoneros y conduce desde hace años la parroquia Virgen de los Milagros de Caacupé que se encuentra en la Villa 21-24, de Barracas, en la Comuna 4.
‘Desde una vocación sacerdotal que marca su opción de vida por los pobres, sabe advertir y trabajar sobre los valores que identifica en la Villa y que no siempre trascienden públicamente. Donde otros sólo ven delincuencia, drogas y violencia, él encara un trabajo comunitario positivo promoviendo la integración urbana y social de esos vecinos al resto de la ciudad‘, comentó Muiños.
El padre es una referencia en la Caacupé que funciona dentro de la Villa 21 y sin dudas le permite de esa manera tener una visión directa de la realidad, tanto del barrio, como de la sociedad.
“Aquí no hay horarios y como siempre sucede, en oficinas de gobierno y aquí, la gente que viene son los más pobres y la realidad va más allá de horarios de oficinas. Ahí es donde es importante guiar, enseñar, no hacerle las cosas, pero que las aprendan a hacer. De una oficina se van todos y ya está, no se atiende. Pero en una parroquia no se puede bajar la cortina. Además, hay que ver que en un año como éste, donde el asueto amplía la duración de los feriados y el mes hasta parece más corto, los problemas de cada uno parecen más grandes”, decía el religioso que más allá de su compromiso con Dios y con la Iglesia tiene un compromiso social que no piensa abandonar.
Para Muiños que fue quien impulsó la distinción, el trabajo de Toto necesita ser revalorizado ya que no solo se queda en el barrio, sino que intenta todo el tiempo integrar a los chicos que viven en el asentamiento con el resto de la ciudad.