No es el cuento de Horacio Quiroga, sino la situación actual del boxeo argentino tras la pandemia que obligó a esta cruel cuarentena. Sin protocolos (o sí), con objetivos cercanos (o no), se ha perdido el Norte y el timón, en un desconcierto total

Los protocolos. La vuelta del boxeo a los gimnasios y a la práctica activa. Eso es lo único que importa en este momento. Lo único.

Porque la actividad -que venía languideciendo- está en terapia intensiva, y esta cuarentena fue como sacarle el respirador.

Una palada de arena sobre las cenizas para el boxeo y los boxeadores, cuyos casos personales –algunos alarmantes- no publicamos por respeto a ellos, que por orgullo no quieren que trasciendan. Pero sépase que la actualidad de muchos es acuciante, y sorprenderían por su relevancia. Mejor no imaginar el de quienes ni siquiera son figuras.

La vuelta al boxeo no es el retorno de Maravilla Martínez, ni del Chino Maidana, ni de Locomotora Castro. A no confundirse. Eso no es “el boxeo”. Son proyectos individuales que pueden obrar como disparador, como olas a la orilla del mar.

Hablamos de la actividad semanal, de una velada, del entrenamiento en gimnasios, de la aparición y consolidación de figuras en ciernes. De Agustín Gauto, Jeremías Ponce, Gustavo Lemos, Kevin Muñoz, Francisco Torres, Fernando Martínez, Cristian Coria, José Acevedo, Matías Lovera, Matías Romero, entre otros, y las muchas chicas que ostentan títulos mundiales o andan en eso.

De las Selecciones Nacionales, con sus planteles masculinos y femeninos en Juveniles, Mayores y Cadetes. En quienes están apuntados para clasificarse a los JJOO de Tokio y aún ni siquiera tienen dónde concentrarse para entrenar. Y de los campeonatos Nacionales y Regionales en sus diferentes categorías de ambos sexos.

De eso hablamos cuando nos referimos al “boxeo”.

Esta semana que pasó trascendió que el protocolo confeccionado por la FAB fue enmendado en dos de sus anexos, rectificado, y está ahora para aprobar a nivel Nación de un momento a otro. Algunas provincias, no obstante, ya lo están usando. Pero a nivel Nación todavía no estaba del todo aprobado, y esta es una de las primeras contradicciones que surgieron estos días, pero no las únicas.

Una es la de las Selecciones Nacionales y el equipo que intentará clasificarse a Tokio. Hay quienes dicen que se necesita un protocolo aparte. Otros que no.

El propio presidente de la FAB, Luis Romio, asegura que el protocolo de la FAB que está por aprobar el Ministerio –al que se le hizo enmiendas en sus anexos- incluye al boxeo amateur y Selecciones, por lo tanto no hace falta ningún protocolo más. Pero desde la Secretaría de Deportes alguien expresó que sí, que debía protocolizarse aparte. ¿Cómo es posible esta interferencia?

Lo único cierto es que aún nadie entrena, más que a distancia. Los atletas que están en el CeNARD son los ya clasificados, y el resto debe contar con protocolo aprobado, aunque se habilitarán lugares de a poco.

Romio argumenta que la FAB es la única Federación con gimnasio propio, y que en ese sentido podría prescindir del CeNARD, algo que los demás deportes no pueden hacer. ¿Entonces por qué no se comienza? ¿Podrá concentrarse el equipo nacional en la FAB aunque sea, cuando se apruebe este protocolo? Recién allí, según lo que suceda, lo sabremos.

Otra. ¿Seguirá siendo Buenos Aires sede del preolímpico americano de Boxeo, como iba a suceder en marzo? Unos dicen que sí, otros que será imposible. ¿Hay fecha tentativa para el preolímpico? ¿Hay fecha tentativa para los JJOO? ¿Seguirá siendo Tokio la sede? ¿Se hacen?

Preguntas sin respuestas aún, alarmantemente. Que a un año del mismo no haya una fecha exacta –y alguno dude de la sede- cuando normalmente se saben con 4 y hasta 8 años de antelación, moviliza. (Algunas informaciones dan cuenta de que serán entre el 23 de julio y el 8 de agosto de 2021, siempre en Tokio, si no recrudece el COVID -19 ni otro virus).

Lo cierto es que, pasando en limpio, fecha del preolímpico no hay, tampoco sede americana. No hay protocolos todavía, no hay entrenamientos, la información es confusa y contradictoria, quizás ni haya Juegos Olímpicos, pero hay gastos hechos ya irrecuperables. Mientras tanto, los púgiles seleccionados cobran beca, que dejarían de cobrar si desaparece el objetivo olímpico, en cuyo caso varios pasarían al profesionalismo, terreno tan paralizado como el amateur.

Hablando de parálisis, tampoco hay fecha cierta de vuelta a las competencias profesionales, más que un pedido de La Pampa para mediados o fines de agosto (14 o 29), que hay quienes dicen que “está verde”. Pero si el fútbol vuelve, con 22 jugadores en un campo de 100 x 70, a veces concentrados todos en el área grande de un arco, ¿por qué no podrá volver el boxeo, con sólo dos púgiles sobre un ring de 6 x 6?

Se puede luchar contra un enemigo que uno ve y sabe quién es, por más poderoso que sea, pero no se puede luchar contra un enemigo que no se ve, o no se sabe cuál es. Hoy no están las cosas claras, ni adentro ni afuera del boxeo. Si hacer protocolo o si no. Si habrá competencia o no. Si será acá o no. Si se podrá entrenar en el CeNARD, en la FAB, en alguna provincia, o dónde. Si el equipo se desmantelará o no.

Interrogantes que no es que no tengan respuesta, sino que tienen más de una. No saber dónde está el Norte es desesperante, es perder la brújula, pero peor es tener dos respuestas oficiales diametralmente opuestas, o quizás, una orientación falsa.

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