Sin formación, sin estrategia y sin política, los dirigentes del fútbol argentino viven de apuesta en apuesta transfiriendo responsabilidades. La Selección nacional es un formidable espejo para mostrarlos desnudos en el gran escenario. Si expresan algo en particular es un modelo de gestión primitivo y voluntarista. Mezclando barajas y tocando de oído.

¿Están capacitados los dirigentes para elegir a un entrenador? ¿O para despedir a un entrenador? La respuesta va en dos direcciones: sí en muy pocos casos y no en la mayoría. Ser dirigente no da, necesariamente, chapa de conocedor. Como ser periodista tampoco, necesariamente, da chapa de conocedor. Quizás la diferencia más sustantiva es que los periodistas pueden manifestar preferencias por Fulano o Mengano o incluso hacer lobby a favor o en contra de determinado protagonista, pero son los dirigentes, en definitiva, los que toman las decisiones. Los que despiden y los que eligen a los sucesores de los que antes despidieron.

En privado (aunque en esta sociedad capturada por el exhibicionismo se derrumba ese universo), técnicos y jugadores suelen comentar que los dirigentes de sus clubes, de fútbol no entienden nada. O casi nada. Es muy difícil, casi imposible contrarrestar con argumentos convincentes esa afirmación tan rotunda. Alcanza con verlos y escucharlos. Tocan de oído. Mezclan barajas. Algunas marcadas. Contratan y echan técnicos como si fuesen virtuales objetos de consumo.

En nueve de cada diez casos no revelan ninguna formación específica que los distinga. No tienen formación, directamente. Y salvo excepciones, tampoco se rodean bien. Prefieren cultivar la obsecuencia a cualquier tipo de análisis con o sin pretensiones. En el escenario magnético de la obsecuencia organizada, interpretan que pueden obtener buenos resultados y quizás hacer formidables negocios.

Creen que el fútbol es un excelente campo de experimentación y crecimiento mediático. Y experimentan sin tibiezas ni rubores. Opinan como si los desbordaran los conocimientos. Y ocurre todo lo contrario. La realidad que se advierte es que más tarde o más temprano terminan claudicando. Y dejan al desnudo que les falta capacidad teórica y práctica. Que ser un empresario, sindicalista o un entretenedor de la mass media puede ser una buena carta de presentación pero de ninguna manera un certificado de probidad.

"Los dirigentes tocan de oído. Mezclan barajas. Algunas marcadas. Contratan y echan técnicos como si fuesen virtuales objetos de consumo".

La perfomance de la AFA muestra a todo color a una dirigencia sin rumbo. Que puede ir para cualquier lado. Siempre que ese lado la conduzca a las orillas del poder de turno para subordinarse. Esta dirigencia incorporada a las estructuras verticalistas de AFA no parece tener nada valioso para ofrecer, más allá de algunos parches que intentaran atenuar la emergencia.

Por eso no tienen estrategia. Y no tienen política. Con el show decadente montado alrededor de Edgardo Bauza como entrenador de la Selección nacional, queda en la superficie la ausencia de una estrategia y una política para redefinir un horizonte en el corto y mediano plazo. ¿Puede generar credibilidad y solvencia institucional está conducción de AFA recientemente puesta en funciones y liderada por Claudio Tapia, Daniel Angelici, Hugo Moyano, Marcelo Tinelli y Víctor Blanco, entre otros? La respuesta cae por su propio peso: no.

No hay luna de miel posible para esta AFA, aunque recién hayan arribado los apellidos citados desde la formalidad de un cargo. Se le ven los hilos. Se adivinan los trucos. En las urgencias que vienen acosando a la Selección a cuatro fechas del cierre de las Eliminatorias para Rusia 2018, nada parece confirmar una idea. Porque desplazar a un técnico (que llegó por descarte como el Patón Bauza) con artilugios muy turbios y traer a otro no es una idea. No es un proyecto. Es una apuesta a la providencia.

LEA MÁS:

El fútbol argentino vive de apuesta en apuesta. Esperando a que un golpe de magia resuelva la alta complejidad. Transfiriendo al técnico que está o al próximo que llegue todas las responsabilidades. Este modelo de gestión tan primitivo y voluntarista si delata algo son las grandes limitaciones de Chiqui Tapia y compañía.

La pregunta es la del comienzo: ¿están capacitados los dirigentes para elegir a un entrenador? ¿O para despedir a un entrenador? El no es abrumador. Pueden elegir, pueden despedir, como puede elegir cualquier improvisado en un polirubro en etapa de plena liquidación: ni sabe lo que se lleva. Pero se lleva algo. Quizás un souvenir, un dólar trucho, un recuerdo estampado en una remera o el graffiti adulterado de una revolución que no fue.

Por Eduardo Verona

Contacto

Registro ISSN - Propiedad Intelectual: Nº: RL-2025-11499155-APN-DNDA#MJ - Domicilio Legal: Intendente Beguiristain 146 - Sarandí (1872) - Buenos Aires - Argentina Teléfono/Fax: (+5411) 4204-3161/9513 - [email protected]

Edición Nro. 15739

 

Dirección

Propietario: Man Press S.A. - Director: Francisco Nicolás Fascetto © 2017 Copyright Diario Popular - Todos los derechos reservados