La idolatría se construye a veces pacientemente y a veces a la velocidad del relámpago, pero siempre con hechos concretos, que en el caso del fútbol viajan sin escalas desde el césped hacia el corazón de la tribuna, impulsados por el protagonista central de la historia. En abril de 1986, Norberto Alonso ya había sacado esa chapa entre los hinchas de River.
Lo amaban, lo admiraban. No hacía falta ninguna hazaña adicional para renovar la credencial de ídolo, pero el Beto igual lo hizo durante aquel Superclásico que quedó en el recuerdo como "el de la pelota naranja".
Ese particular balón se utilizó sólo en el primer tiempo por gestión del arquero de Boca, Hugo Gatti, quien pidió jugar con uno de color naranja, presumiendo que el terreno estaría cubierto por papelitos blancos. El "Loco" tuvo que ir a buscarlo al fondo del arco sobre la media hora, producto de un certero cabezazo de Alonso, quien en la segunda mitad ejecutó el tiro libre que, tras desviarse en el brazo de Roberto Passucci, que estaba en la barrera, se transformó en el definitivo 2 a 0.
El otro tema saliente que rodeó al encuentro fue el de la postura que asumiría River en su visita a la Bombonera. Ya consagrado campeón, mucho se había hablado con respecto a la conveniencia o no de que el equipo millonario diera la vuelta olímpica en la casa del eterno rival. Sin embargo, ni bien salió a la cancha, el plantel visitante cumplió con el rito, pero sin pasar frente a la cabecera que da espaldas a Casa Amarilla -donde habitualmente se ubica "La Doce"-, para evitar que eso se tomara como una provocación.
Alonso forjó su condición de ídolo en River por ser un hombre formado en el semillero del club, por muchas actuaciones sobresalientes, por su enorme calidad, por sus goles y por los títulos conseguidos. En un año perfecto, que se redondeó con la obtención de la Copa Libertadores y de la Intercontinental, quizás aquella tarde de festejo y doblete en la cancha de Boca fue la frutilla del postre, la confirmación de ese romance, que nunca morirá, entre el Beto y la gente.
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