En otro especial del fútbol de ascenso en DiarioPopular.com.ar, los casos de Ezequiel Bustos, Marcelo Bangert y Alejandro Migliardi. Veteranos de alto vuelo...
Hay quienes desprecian el puesto de arquero, porque lo ven aburrido, con muy poca actividad dentro del campo de juego y con la idea de que cualquiera puede hacerlo. Dentro de nuestro fútbol de ascenso los arqueros van de la mano con la jerarquía, experiencia y debilidad de los DT a la hora de conformar un plantel.

¿Por qué? ¿No están grandes ya? ¿Está a la vista que tienen menos capacidad de reacción que otros? ¿Para qué quiero tener un arquero de más de cuarenta años?

El que piensa de esta manera está confundido: no son muchos los arqueros que han pasado las cuatro décadas. Desde que ellos debutaron en la década del 90 el crecimiento de las categorías más bajas se ha destacado, hasta el día de hoy, en cuanto a la forma de jugar, mejoras en cuanto a lo institucional, reformas, jerarquización de los planteles, televisación y campos de juego más aptos.

A través de los años, la historia fue mutando y con ella el puesto de arquero sufrió diferentes cambios brindándole más herramientas para que participe activamente del juego como sucede hace varias décadas. Con andar solitario, el dueño de los tres palos se convirtió en una referencia del equipo, demostrando capacidad seguridad y personalidad.

Aquel que se viste diferente parece excluido, relegado, casi discriminado dentro del plantel; lo cierto es que maneja todo desde el principio, convirtiéndose en un eslabón importante de los equipos.

Ezequiel “El Gato” Bustos es uno de los arqueros con más experiencia y capacidad dentro del ascenso. Nacido el 6/9/1971 oriundo de Campo Mayo, hoy es suplente de Albano Anconetani en Deportivo Laferrere, dentro de la Primera C, y hasta hace pocos meses fue pieza importante en Deportivo Español para mantener la categoría disputando un partido desempate frente a Luján para evitar la promoción por no descender.

En la vida hay momentos marcados, encuentros en donde sienten que atajaron todo: Bustos nos cuenta: “Cuando empezás a jugar, ese es el instante que más valoro. Luego sí hay algunos momentos muy marcados como el ascenso con Deportivo Español en 2002. Sumando la semifinal frente a Estudiantes de Buenos Aires, donde los medios gráficos me titularon con La atajada del año”.

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La definición del puesto es un tanto difícil. “Me gustaba mucho la vestimenta de los arqueros, me llamaba la atención; de chico iba a la cancha y me ubicaba detrás de los arcos para ver los movimientos que utilizaban. Me tocó ser alcanzapelotas en San Miguel y realmente no miraba los partidos, tenía todos mis sentidos concentrados en ellos”.

Así como los periodistas tenemos ídolos dentro de los diferentes deportes, lejos de copiarlos, plasmamos sus pensamientos y estilos de emprender su trabajo para formar una idea, “El Gato” tuvo referentes en sus inicios, uno de ellos fue Ángel David Comizzo sinónimo de personalidad y velocidad.

SIMBOLOGÍA: “Es simbólico ser arquero, tengo un concepto un tanto particular con respecto a eso. En los goles no te abrazas con nadie porque están todos lejos, salvo que algún defensor se acerque para saludarte. Sos el único que recibe la desilusión de ir a buscar la pelota adentro del arco. Muchos dicen que el puesto de arquero es para el más tonto, yo digo que no cualquiera puede atajar, se necesita de mucho temperamento y personalidad” dice Bustos.

      Ezequiel Bustos.mp3

Es cierto que todas las etapas concluyen, llegan a su fin. Lo cierto es que el límite del arquero lo impone cada uno: “Si no tenés ganas de levantarte e ir a entrenar, cuando ves que te tirás, por más esfuerzo que hagas no llegás”.

“Amadeo Carrizo me dijo que uno se da cuenta cuando no puede. Hoy a mis 41 años sigo con ganas, rindo examen todos los días”, agrega.

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Otro de los casos destacados y más relevantes dentro del ascenso es el de Carlos Bangert, quien hoy es titular en Defensores de Belgrano, equipo que milita en Primera B, tras llegar en esta temporada luego de pasar muchos años en Deportivo Armenio. El arquero retornó a la institución en donde se consagró campeón y obtuvo un ascenso junto a Guillermo Duro como DT.

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(Defensores 3 – Villa Dálmine 1 año 2012)


En esa charla que tuvimos, la sensación que me generó Bangert fue que nunca imaginó ser arquero y menos llegar a ser un referente para todos. “En la escuela sobresalía en el atletismo y en el equipo de fútbol jugaba de delantero. Mi viejo me mandó para hacer deporte en Deportivo Armenio porque estaban armando las inferiores. Faltaban arqueros, mi estatura y mi porte me sirvieron para fichar en esa posición sin experiencia”.

El aprendizaje lo es todo siempre teniendo en claro los objetivos. “En mi vida me había parado debajo de un arco; lo vi enorme, me costó mucho, sufrí. No sé por qué seguí, me fui adaptando pero siempre con la convicción de que si me esforzaba iba a llegar a Primera”.

Con objetivos claros, la lectura que hace Bangert también es clara y muy destacable: “El equipo se basa en la seguridad del arquero. No es fácil ser arquero, hay que tener muchas agallas y hay que ser muy especial”.

En cuanto al límite del jugador de fútbol y basando la charla en esa posición elemental que es la del arquero, el uno de Defensores tiene una visión muy parecida a la de Bustos y Migliardi. “Hoy disfruto mucho, si en algún momento siento que en el día a día estoy cansado o no me puedo recuperar del partido, de los golpes, me plantearé dejar. De todas formas, el parámetro es más psicológico”

      Marcelo Bangert.mp3

Hay enseñanzas que te marcan en todos los lugares por los que uno ha pasado, teniendo en cuenta que cosas hay que evitar para ir mejorando la calidad de la persona: “Todo lo que logré fue a base de sacrificio, trabajo, esmero, vergüenza. Lo llevo a la vida: pelear por tus hijos, tu vida, tu familia. Nunca resigné el trabajo”.

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Alejandro Migliardi, arquero del Deportivo Morón, semanas atrás cumplió 200 partidos vistiendo la camiseta del Gallo y es un arquero referente dentro del fútbol. En 2001 llegó a Banfield en la B Nacional y consiguió el ascenso, primer logro en su carrera. Ídolo indiscutible, persona muy querida, el fútbol de ascenso le ha dado prestigio a muchos y, si bien es complicado sostenerse, sobre el final de la carrera se gratifican por lo realizado en su trayectoria.

La soledad en la que se encuentra el arquero dentro del campo merece el reconocimiento, no solamente para estos tres cuarentones que son nombrados constantemente, no solo como buenos profesionales sino también como buenas personas. El aprendizaje que han obtenido a lo largo de los años los convierte en verdaderos guardianes del ascenso.  

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