“No hay dos sin tres” y “lo barato sale caro” son los refranes que nos “metió” nuestra abuela a fuego. Y siguen vigentes con mucha fuerza, especialmente desde que las industrias se relocalizaron en el Extremo Oriente. De varios países, hoy nos inundan con productos de calidad que se pone en duda. Las viejas herramientas dejaron de existir ya que las actuales se rompen al tercer uso. La ropa, de ese origen, es tan liviana que se trasparenta. Pero son económicas aunque sean de marca. Pero según se informa son falsificaciones. Por su poco valor, tiene buena aceptación en la población, pero al no tener duración, se debe comprar nuevamente al poco tiempo. Se está a la moda, pero aquellas prendas que duraban varias generaciones, chau, pasaron al olvido. La deducción es fácil. Nos hemos transformado en depósito de basura, ya que al poco tiempo, eso que compramos lo debemos tirar. ¿El negocio de quién fue? Los países de Oriente tienen miles de millones de personas que deben vivir y comer. Trabajan por lo “que le tiren” y ¿los sindicalistas? Solo viven aquí... y a lo rey, con un 2% de ¿colaboración? obligatoria de los que trabajan.
Cecilia S. Monfitti
DNI 13.244.369