¡Cuéntame abuelo! Y ahí comienza la ¿triste? historia de muchísima gente. Al ir escuchando las peripecias que han tenido que pasar sus ancestros, los chicos, van adquiriendo ¿rencores? Es que su antepasado estaba viviendo a miles de kilómetros de donde, hoy, está asentado. Tenía un almacén y por ambiciones de terceros, cerró y debió escapar, para salvar su vida y la de los suyos. Las peripecias son las que se relatan y van pasando como imágenes de TV en la mente del niño. Los sufrimientos que han debido pasar, dejando todo lo que tenían, por guerras que no fue por su culpa trajo solo desgracias. Vagar por los caminos de varios países buscando radicarse y asentarse, pasar hambre, miseria, frío y no tener nada, no es el mejor campo de siembra de buenos pensamientos. Al fin, luego de pelear contra preconceptos de raza, color de piel, idioma y rechazo de los locales, se pudo afincar. Allí, dejó sus huesos, pero no sus recuerdos y pensamientos. Tal cual en el pasado, de boca en boca, se transfirieron a los descendientes. ¿Qué piensan éstos, sobre los que han forzado a ese peregrinaje? Inclusive las migraciones, por razones económicas, no necesariamente de guerras, son las causantes de la siembra de rencores.