El nacido en Villa Barceló mudó su juego desde Italia a las Baleares y allí sigue dando que hablar con su garra. "Esto es una revancha para mi, o quizás una oportunidad para poder cerrar mi carrera deportiva como se debe", afirmó.
Su salida de Domus Bresso, en la segunda división de Italia, estuvo marcada por los desmanejos habituales que tiene el futsal a nivel mundial, con imprevistos casi cotidianos. Lejos de que ese golpe lo sentara, Lucas Moya mudó su juego a España, donde encontró lugar en el Ibiza Futsal, equipo que viene de salir campeón de liga regular en tercera división en las temporadas 21/22 y 22/23.
Allí se encontró con un histórico del club, el quilmeño Luciano Camilli, y con otro argentino, Paulo Núñez. El trío brilla dentro de la cancha y para el lanusense fanático de Racing las cosas están claras: "La meta del club es ganar la categoría. Creo que hay buen equipo y para mi gusto no merece estar en esta división. Llevan dos años quedándose en la puerta perdiendo en semi final de Playoff, es un deseo de todos tanto de la dirigencia como de nosotros los jugadores", afirmó mano a mano con este medio.
El primer partido fue un paso en falso, pero en la segunda presentación no solo ganaron sino que Moya se anotó en el marcador. Y lo hizo a su modo: se cruzó con un pelotazo que parecía un remate al arco, no dudó y le metió la cabeza. Acto seguido, índice de la mano derecha a la sien derecha, el índice de la mano izquierda al cielo; su festejo clásico, mix de homenaje a Lisandro López y saludo para su abuela.
Este sábado vuelven a salir a la cancha: el Ibiza se mide ante Joves D'Inca, en el Inca Mallorca. Para él, que luego de competir en la liga argentina mudó su juego a Italia, donde fue el corazón del MGM2000 de Morbegno, para luego salir campeón con el Domus Bresso, esta es casi una revancha. "Después de mi ultimo paso en Italia, que no fue como esperaba, esto es una revancha para mi, o quizás como una oportunidad para poder cerrar mi carrera deportiva como se debe, dentro de una cancha y no por decisión ajena", expresó el formado en las infantiles del Club La Luz Barceló Central de Villa Barceló, Lanús.
Pese a que él afirma que está quemando los últimos cartuchos, los familiares y amigos que siguen sus partidos a distancia afirman que "todavía parece el mismo nene que se mordía la lengua cuando iba a trabar, o que gritaba los goles hasta quedarse sin voz". Tal vez eso mismo hizo que el tiempo que tuvo que esperar para regresar al rectángulo de parqué no haya pasado tan lento. "A pesar de no estar jugando estos últimos meses me mantuve en ritmo. Cuando me mude de Italia a España tuve la suerte de a las semanas poder entrenar con este nuevo club y eso hizo que no pierda el ritmo del todo, ya que competir por los puntos es distinto", relató.
Una nueva ciudad, su compañera de los últimos años y algunas nuevas sensaciones lo acompañan en este año. Sin embargo, hay cosas que no cambian: "Mis metas son casi siempre las mismas, brindar el máximo al equipo y ayudarlo en la búsqueda del campeonato. También, intentar disfrutar. Quizás este sea el ultimo año como jugador, pero es difícil cuando empiezo a competir disfruto poco", afirmó el ex jugador de las juveniles de Banfield.
En el paradisíaco paisaje de las Islas Baleares, mientras entrena y trabaja, traba relaciones con un entorno que ya lo cobijó: "Me recibieron muy bien hay dos argentinos y se me hizo muy fácil entrar en el grupo. La gran mayoría es gente de la isla y es muy amable, tanto el staff dirigencia y jugadores me trataron genial desde el primer día, por lo que estoy muy agradecido".
Este sábado a las 16 de Ibiza, a las 11 de Lanús, Moya jugará su tercer partido en una temporada nueva, en un club nuevo, con el apoyo de los de siempre que lo sigue a 10 mil kilómetros de distancia.
comentar