Jugado con cartas españolas y en el sentido antihorario, sus partidas son un ejemplo de aliento para los más escépticos. En realidad, el objetivo es lograr la menor cantidad de puntos y de bazas. La habilidad para descartarse pronto, entonces, llevará a la consagración del más hábil.
Los juegos de "pierde gana" se conocen desde finales del siglo XV. En esa época ya se jugaba en Italia al "perdivinci", una variante del tresillo italiano o "tressette". El revesino se jugaba en España ya en el siglo XVI. De ahí pasó a Francia, donde se conoció inicialmente con el nombre de reversin y luego con su nombre actual, reversis. El Objetivo consiste en conseguir ganar el menor número de puntos en las bazas en juego o, por el contrario, ganar todas las bazas (revesino).

Pueden participar cuatro jugadores. Cada uno de ellos juega individualmente, es decir, para sí mismo. Para jugar al revesino se utiliza la baraja española de 48 cartas. Esta baraja consta de nueve cartas numerales y tres figuras en cada uno de sus cuatro palos.

En el revesino, cada uno de los ases vale 4 puntos, excepto el de copas, que vale 5 puntos; cada rey, 3 puntos; cada caballo, 2 puntos, y cada sota, 1 punto, excepto la de oros o quínola, que vale 3 puntos. El resto de las cartas no tienen valor en puntos y se llaman cartas blancas. El orden de las cartas es, en cada palo y de mayor a menor: as, rey, caballo, sota, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres y dos.

Luego de sortear el primer dador y acordar el valor de cada puesta, que suele ser de 2 tantos para cada jugador y 3 para el dador, el juego ya está preparado para iniciarse. El platillo circula de derecha a izquierda, porque el sentido del juego en el revesino es el anti horario, y sise coloca a la derecha del dador.

El dador reparte once cartas en varias vueltas a cada jugador y doce a sí mismo. Deja las tres restantes debajo del platillo del fondo.

Cada jugador puede descartarse de uno de sus naipes y tomar uno de los tres que han quedado sin dar en el reparto. El dador está obligado a descartarse y no toma ninguna carta. Las cartas que han quedado sin repartir corresponden en orden a cada uno de los tres jugadores distintos del dador. Si alguno de estos no quiere descartarse, no está obligado a hacerlo, pero puede mirar la carta que le correspondía, aunque no la tome.

El jugador de la derecha inicia el juego de las bazas y los otros jugadores están obligados a asistir, es decir, jugar carta del mismo palo, excepto si un jugador ha cantado napolitana, ya que éste está autorizado a descartarse. La napolitana es una jugada especial que sólo puede declarar el que tenga entre sus cartas tres ases y la quínola o sota de oro, o los cuatro ases.

El jugador que ha echado la carta más alta del palo de salida gana la baza, recoge las cartas, las coloca en un montón frente a sí y se convierte en el mano para la siguiente baza.

Terminado el juego de las once bazas, y siempre que no haya habido revesino, es decir, que uno de los jugadores haya ganado todas las bazas, se procede al recuento de los puntos y bazas ganados por cada uno de los jugadores para conocer el ganador de la mano.

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