Hay obras de teatro que si no tienen buenos actores para su interpretación pierde casi toda la sustancia de un libro de teatro. No es el caso de Tebas Land (Timbre 4, los viernes 20.45 y domingos 19.15), uno sale impactado por el guión, sus actuaciones y cómo la palabra y el ponerse en lugar del otro tiene el efecto curador. Gerardo Otero y Lautaro Perotti se funden en los personajes, el primero en la doble interpretación de un presidiario y actor al mismo tiempo de la obra sobre esa vida. Y Perotti hace de sí mismo, como autor de la obra.
Es que son dos actores que al mismo tiempo escriben y dirigen obras. Pero esta vez, los dos se ponen a las órdenes de Corina Fiorillo en la dirección y Sergio Blanco en el guión. La puesta en escena es la prisión y la acción se centra en la cancha de basquet de la cárcel: “Si bien la obra se construye sobre un caso jurídico (un parricidio). No es real, pero podría serlo. Yo lo llamo ‘autoficción’, es una mezcla de ficción y realidad. El escritor de ficción relaciona el mito del Edipo Rey (el hijo que mata a su padre sin saberlo) y el parricidio real”, cuenta su autor, el uruguayo Sergio Blanco.
La obra toca diversos temas al mismo tiempo. Habla del amor, la burocracia, la soledad, la injusticia y el maltrato: “Mi mayor preocupación era no caer en los prejuicios ni en los clichés. El caso en sí no interesa, sino todo lo que surge alrededor y cómo a partir del parricidio el autor en la ficción estudia Edipo Rey, Sigmund Freud no con el desafío de demostrar la culpabilidad, sino el de exponer un parricidio escénico”.
Una obra con tres personajes, de los cuales uno de ellos (el actor Gerardo Otero) interpretar a dos al mismo: al verdadero preso y al actor que va a interpretar de él en la obra. El actor que hace de preso en la discusión con su autor de la obra marcó una notable diferencia: “En Edipo el hijo no sabía que mataba al padre. Mi personaje sí mató al padre. Se hizo parricida por las circunstancias. Todos podemos ser parricidas por reacción violenta”.
El autor real, Sergio Blanco, llega a la conclusión que “frente a la carencia de palabras, el autor de la obra de ficción le regala al preso una Tablet para que pueda ver otros mundos. Es una manera de dar la palabra, como conocer la música de Beethoven”. Tebas Land muestra cómo también dentro del horror puede haber belleza: “A mí lo que más me impacta es que tanto el presidiario y el autor no encuentra casa. El autor viaja de un lado a otro y así en otra circunstancia comparte la misma realidad que el preso”, remata Sergio Blanco.
Por Luly Vitcop