La decoración del jardín en primavera y todo el período de clima cálido que le sigue, pone su acento en las flores. Tres especies fáciles de cuidar y que le dan un toque de encanto y alegría al jardín son la portulaca, el crocus y las gerberas.
 

La portulaca de flor doble es una planta de flor de jardín atractiva por su variedad de colores y su forma. Es apropiadas para lugares semisecos y con abundante exposición solar. Su nombre científico es portulaca grandiflora, aunque se la conoce popularmente como portulaca de flor doble, verdolaga de flor doble o flor de seda, y es originaria de Argentina y Brasil.

La portulaca le aporta al jardín grandes cantidades de flores durante todo el período cálido del año, terminando su ciclo con la llegada de los primeros fríos. Sus flores son muy decorativas y están disponibles en diversos colores, desde los pasteles a los intensos como el rojo, amarillo o anaranjado. Además tienen la particularidad de cerrarse durante la noche.

La portulaca es una planta rastrera, que no supera los 20 centímetros de altura, con tendencia colgante. Por lo tanto se puede ubicar perfectamente en zonas muy expuestas al sol para favorecer su floración e intensificar sus colores, y en espacios tales como taludes, jardineras e inclusive jardines rocosos.

Es más propicio un ambiente seco, aunque con riegos moderados. El suelo debe ser medianamente fértil y algo arenosos con buen drenaje, y también puede desarrollarse bien en suelos poco profundos.

También, para decorar el jardín, e inclusive tener en ambientes internos en maceta, las crocus son plantas ideales. También conocidas como la flor del azafrán, existen más de 100 especies en todo el mundo, con subespecies derivadas. Es una de las plantas predilectas por los decoradores porque florece en diversas etapas del año, pudiendo brindar flores en todas las temporadas y con distintas pigmentaciones según la especie.

Las crocus, en su gran mayoría, son originarias del mediterráneo y de Oriente. Se caracteriza por presentar una forma bulbosa que le sirve de reserva de líquidos, y en su parte alta externa se encuentra un fino y largo tallo acompañado de hojas y flores estilizadas y de peso liviano. La crocus sativus, que florece en otoño, es de la especie de la que se suele extraer el azafrán, necesitándose 150.000 flores para poder extraer solo un kilo de este condimento.

Las crocus alcanzan una altura de entre 10 y 25 cm, posee flores de color blanco, amarillo, rosa o malva. Conviene plantarlas en otoño para que florezcan en primavera. Su cultivo es muy sencillo, conviene plantarlas en masa, debajo de un arbusto o entre rocas.

Quedan sumamente atractivas en el césped y también en macetas. En interior es posible su cultivo, pero tendrá que tener más de 4 horas de sol , cerca de la ventana , y por las noches una temperatura fresca.

Florecen bien en situaciones soleadas y en semisombra, y se adaptan muy bien a los jardines fríos, aunque en invierno protegidos con turba u hojas secas. Requieren un suelo normal, en un jardín más bien arenoso, o al que se le puede adicionar arena, abonado con fertilizante orgánico. El riego debe ser moderado y conviene cortar las hojas después de la floración, sólo cuando amarillean totalmente porque, de otra manera, no alimentarán al cormo y no florecerán el año siguiente.

Otra de las plantas poseedoras de un encanto particular, que resultan atractivas para el jardín son las gerberas, considerada como la versión multicolor del girasol. Se conocen también como margaritas africanas. Se trata de una planta llamativa que se encuentra en cualquier tipo de tonalidad, desde el blanco hasta el violeta, naranja o variedades del tono amarillo.

Resultan ideales para armar setos o ramilletes decorativos con múltiples colores durante la primavera. Existen aproximadamente 30 especies distintas de forma de gerbera. Suelen crecer en zonas de clima tropical, y se las encuentra con más frecuencia en Sudamérica, Asia y África. Es una planta herbácea, vivaz, en roseta, cuyo cultivo puede durar varios años.

 La temperatura ideal para su perfecto desarrollo es de 15 a 18º C durante la noche y de 24º C durante el día, aunque llegan a tolerar temperaturas de hasta 32º C. Prefieren suelos arenosos y con un buen drenaje, de lo contrario el exceso de agua la puede perjudicar.

Durante buena parte de la primavera, las plantas no llegan a alcanzar su máximo apogeo, ya que los nuevos brotes mantienen un crecimiento más o menos uniforme hasta casi el inicio del verano.

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vez al día y para evitar que cualquier plaga se propague a las plantas vecinas, en cuanto se detecte la presencia de alguna plaga, hay que pulverizar todo el ejemplar con agua jabonosa.

¿Y ahora qué hago?

Conviene comprar plantas pequeñas, compactas y con brotes nuevos, además de ser más baratas se adaptan mejor que los ejemplares grandes que llevan mucho tiempo en los viveros.

Cuidados primaverales

 En general cuando las plantas comienzan a desarrollar nuevos brotes, se incrementan sus necesidades de agua. Y a medida que aumentan las horas de luz natural y la temperatura asciende, producen elementos nutritivos de forma más activa y evaporan más agua a través de las hojas, por lo que debe incrementarse en primavera y verano la cantidad de agua de riego, evaluando las épocas de lluvia intensa para no saturarlas. Algunas plantas siempre deben mantenerse húmedas, pero es mejor dejar que el compost se seque un poco antes de volver a regarlas.

Resulta sorprendente lo sensibles que son las plantas de interior a los excesos de agua durante la primavera, especialmente al inicio, ya que puede haber un retorno brusco y repentino a las bajas temperaturas. Cuando las temperaturas exteriores aumentan durante la primavera, las plantas de interior comienzan a depender menos del calor que se le brinda en forma artificial en el interior de la casa.

Es importante, sin embargo, tratar de evitar los cambios bruscos de temperatura, lo que podría provocar la caída de las hojas. Como durante la primavera ya no hay que temerle a las heladas, donde mejor estarán las plantas es al aire libre en la terraza, el patio o en el jardín, sin dejar que reciban el sol directo, pero con la máxima iluminación.

Hay que recordar que incluso las más tolerantes con el sol, necesitan un tiempo de aclimatación cuando se sacan al exterior, y habrá que situarlas en un lugar resguardado de las corrientes de aire frío y a la sombra al comienzo. También crecimiento de una planta en la primavera requiere la incorporación de nutrientes que colaboren a su desarrollo, pero no abonar cuando el sustrato esté demasiado seco, ni durante las primeras seis u ocho semanas después de un trasplante ya que con el compost fresco será suficiente.

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