Alcohorexia, la riesgosa moda de beber para no comer
Alcohorexia, la riesgosa moda
de beber para no comer
Un sector de la población joven evita hacer las comidas diarias para poder tomar alcohol sin subir de peso, pero exponiéndose a consecuencias gravísimas que incluyen el abuso físico por pérdida de conciencia y el ingreso al estado de coma
Cada día surgen más conductas alimentarias negativas para la salud que cuentan con un común denominador: la pérdida de peso de forma drástica a partir de comportamientos que pueden poner en riesgo la vida de la persona. Actualmente se generaron una amplia gama de trastornos alimentarios como la alcohorexia (drunkorexia), la diabulimia, la orthorxia, vigorexia y trastorno por atracón, que son variantes de la clásica anorexia y bulimia.
La última aparición en el diccionario de las enfermedades alimentarias es la alcohorexia o drunkorexia, que es la abreviación de una mezcla de conductas: la restricción alimentaria o atracones y purgas acompañadas del abuso de alcohol. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el alcoholismo afecta entre el 10% y el 12% de la población mundial y algunos estudios psiquiátricos indican que el alcoholismo femenino se encuentra asociado a trastornos psicológicos y alimentarios. En algunos países como Estados Unidos, un 30% de personas entre los 18 y 24 años omite el rigor de las comidas básicas para ingerir alcohol.
Las pacientes que presentan drunkorexia dejan de comer para poder beber alcohol y así no aumentan de peso. Esta conducta compensa la ingesta calórica generada por el alcohol no comiendo alimentos o comiendo y vomitando. El fin es siempre el mismo: mantenerse delgadas. Las consecuencias que conlleva pueden ser muy graves ya que oscilan entre una mayor predisposición a ser abusadas sexualmente debido a la pérdida de conciencia asociada al ayuno-alcohol, un traumatismo grave por caídas e incluso un coma alcohólico irreversible.
La conducta dietante y el uso de sustancias como el alcohol y las drogas están socialmente “bien vistas” en algunos grupos de jóvenes, dificultando así la motivación al cambio, el pedido de ayuda y la identificación temprana de este tipo de desórdenes. Por eso resulta conveniente que la juventud y los padres tomen conciencia, para que entiendan la necesidad de tener un plan alimentario saludable, de realizar ejercicio físico no compulsivo y de cuidar el cuerpo. Sólo la educación puede disminuir los riesgos que corren las adolescentes y sus graves consecuencias.
“La alcohorexia o drunkorexia aún no se encuentra incorporada a los manuales diagnósticos de enfermedades mentales”, dice la doctora Juana Poulisis, médica psiquiatra, especialista en trastornos alimentarios (MN 97.898), ya que no se la considera todavía como un diagnóstico médico oficial, pero “se insinúa como un fenómeno complicado entre los trastornos alimentarios y los adictivos”, agrega la profesional.
“Se trata de un trastorno alimentario asociado al abuso de alcohol. Las jóvenes restringen la ingesta de nutrientes para poder beber más cantidad. Por lo general estas prácticas se presentan los fines de semana, y de esta manera creen compensar las calorías ingeridas a través de la bebida. Los trastornos alimentarios que más comúnmente acompañan esta práctica son la bulimia nerviosa, la anorexia purgativa y los trastornos alimentarios no especificados”, asegura la especialista.
Alcohorexia no es sinónimo de alcoholismo (dependencia de alcohol), sino de abuso de alcohol ligado a un trastorno alimentario, que puede terminar convirtiéndose en alcoholismo. En el abuso de licor, las pacientes no experimentan cuadros de abstinencia en un comienzo, pero si el abuso de alcohol se hace con mayor frecuencia es probable el desarrollo de un cuadro de adicción. De ahí la importancia del diagnóstico precoz.
Un 30% de personas en Estados Unidos entre los 18 y 24 años se saltean comidas para poder beber. Es una patología fundamentalmente presente en mujeres adolescentes y adultas jóvenes, que se asocia con la obsesión de estar delgadas y la legitimidad social del exceso en el consumo de alcohol y de drogas.
“Lastimosamente, muchos jóvenes creen que no pueden divertirse o socializar sin estar intoxicados, pero desconocen las consecuencias que esta práctica tiene. La ausencia de comida asociada al exceso de alcohol funcionan como un cóctel explosivo. Los alimentos retrasan la absorción del alcohol y funcionan como amortiguador para no desarrollar cuadros de intoxicación demasiado rápidos ni tan graves. Al encontrarse en ayuno, el alcohol ingresa en un 100% y en forma muy rápida al torrente sanguíneo (aproximadamente en 15 minutos), lo que puede generar un cuadro de ebriedad riesgoso para la vida”, dice Poulisis.
En esta situación, suelen ser frecuentes los traumatismos, el abuso físico y sexual, embarazos no deseados, alteraciones metabólicas, coma alcohólico y muerte.