Entre 1932 y 1968, la revista Alumni fue protagonista en los estadios de fútbol. Se trataba de un sistema mediante el cual se informaba acerca de las variantes en los resultados de la fecha, conformado por un tablero ubicado en las tribunas (en el sitio que fuera más visible para los espectadores) y de una publicación que, además de información, traía "la clave", es decir, los códigos mediante los cuales se podía identificar a los encuentros.
Se le asignaba una letra a cada equipo, que variaba jornada tras jornada, y al lado un número de acuerdo a los goles que marcara ese equipo. Lo que no variaba, domingo a domingo, era el grito de los canillitas, a la hora de vender la revista.
El famoso "Alumni con la clave, Alumni con la clave", se escuchó en sus voces durante 36 años en los alrededores de las canchas.
El sistema, bautizado con el nombre del exitoso equipo que dominó la escena en los comienzos del siglo 20, se perfeccionó con el tiempo y amplió su información a través de distintas chapas de colores que señalaba la finalización de los partidos o, brevemente, a los autores de los goles, penales, expulsados o lesionados.
Recién resignó terreno cuando aparecieron las radios portátiles y cuando las emisoras establecieron conexiones en todos los estadios. Y aunque se mantuvo algún tiempo compartiendo la escena con su implacable "adversario", en el final de la década del ´60 dejó de funcionar.