"Es más fácil decirle a un puestero que no cace más zorros, que no saque más petróleo", dice Eliseo Parada. Sufre porque ve a sus hijos apartarse del campo para ir a la ciudad, al mismo tiempo que avanza con las cabras en el medio de la Cordillera de los Andes para el pastoreo. Observa el trayecto de la ruta y teme cuando esté habilitado el Paso Pehuenche en Malargüe. El documental "Arreo", del director mendocino Tato Moreno, refleja la triste realidad de ese oficio ancestral con la familia Parada como ejemplo. Se proyecta en el cine Gaumont (avenida Rivadavia 1.635).
-Para ellos, y para todos los puesteros, significa una posibilidad de quedarse sin su fuente de trabajo. La relación con el progreso es distante, aunque, por ejemplo, Eliseo, tiene un teléfono celular. Pero uno de los problemas es el trazado de la ruta. Es muy malo que tracen una ruta sin darle espacio para el pastoreo, para su oficio. Es un progreso que destruye.
-También durante el documental se hace énfasis en el derecho de propiedad de las hectáreas por donde transita la familia como otro de los factores que los afecta.
-Las leyes de propiedad existen, pero los intereses económicos siempre son más fuertes. Los puesteros están solos. Un día puede aparecer la construcción de un gran dique en esa zona y los capitales compran toda la tierra sin respetar el derecho a la propiedad. La Ley de Arraigo los puede proteger, pero es inevitable cuando las empresas avanzan con todo.
-José Abel, uno de los hijos, se va a la ciudad, pero luego vuelve. ¿Qué relación tienen con el pastoreo los más jóvenes?-La verdad es que los chicos se van del campo porque la intermediación, otro de los problemas, les genera muy pocas ganancias a las familias. Sin embargo, se nota que en el campo aprenden el valor del trabajo del padre. Hay una aceptación.