Pese a que el buen psicoanálisis va en camino inverso, afirma que muchos van al psicólogo "para no toparse cara a cara con la realidad". Afirma que le teme a esa dependencia y que hasta ahora puede consigo mismo a partir de la meditación, el yoga y el deporte.
Leo Montero, conductor de AM, habla de su vínculo con el miedo y de las consecuencias que acarrea ser una persona pública, de su relación con la fama.

l ¿Qué es el miedo?

-La primera definición que se me ocurre es que el miedo es algo que paraliza. Por ende, no se puede vivir, hacer, trabajar, amar y compartir con miedo. El miedo es horrible, pero estamos rodeados de miedos. De chicos, le tememos a la oscuridad, a que mamá y papá nos dejen, a no meter el gol que ilusionamos, a que nos peguen, etc. El miedo inmoviliza. Yo prefiero vivir en alerta y no con miedo.

l Algunos sostienen que como el miedo es inherente al ser humano, debemos aprender a convivir con él. Otros sostienen que al miedo hay que enfrentarlo, ¿qué piensa al respecto?

-Creo que hay que enfrentar al miedo con respeto. No hay que tenerle miedo al miedo. Hay que transitarlo y no permitir que nos detenga.

l ¿Dejó de hacer algo por sentir temor?

-Jamás. Siempre fui valiente y emprendedor. Me pude haber equivocado, pero nunca dejé de avanzar.

l ¿Combate sus miedos con terapia?

-Nunca hice terapia. Una vez le pregunté al Licenciado Gabriel Rolón: por qué debería ir al psicólogo y él me respondió: "Deberías ir al psicólogo si sentís que no hallás otro camino y estás sufriendo mucho". Yo siento que eso aún no me pasó.

l ¿Nunca sufrió?

-Desde luego, que sufrí. De hecho, cuando falleció mi madre me cambió la vida, pero siempre enfrenté las situaciones que me puso por delante la vida cotidiana. Siento que ir al terapeuta, de algún modo, es optar por la solución más fácil.

l ¿Por qué lo dice?

-Porque para mucha gente, resulta más sencillo recurrir al terapeuta para que le aporte una posible solución a sus problemas que toparse cara a cara con la realidad. Considero que existen cuestiones que uno debería abordarlas por su propia cuenta. Conozco muchas personas que no dan un solo paso sin consultarle a su terapeuta y esa dependencia no me parece que sea positiva.

l ¿Utiliza alguna medicación?

-No tomo medicamentos. No he pasado por el proceso de medicación de ningún estilo. En esencia, soy sano mental y físicamente.

l Entonces, ¿se las arregla cómo puede?

-Absolutamente.

l ¿Y cómo puede?

-Hasta ahora, creo que puedo bastante bien, porque puedo conmigo mismo. Puedo con meditación, puedo con la experiencia del yoga y puedo con el deporte.

l ¿Pide ayuda?

-Sí. Sé que puedo contar con mi mujer, con mis amigos y con mis familiares.

l Cuando alguien le manifiesta que tiene miedo, ¿qué actitud toma con esa persona?

-Le pongo la oreja, intento tener una actitud contenedora. Para algunos, soy un muy buen consejero, otros no tienen el oído abierto y no les entran las balas.

l Ser una persona pública, ¿le incorporó más temores a su vida?

-En verdad, la tele y la radio me ayudaron a abordar bien el miedo al qué dirán. La persona pública hace, deshace y actúa como cualquiera, pero está mucho más expuesta. De hecho, cuando te iniciás en esta profesión, tomás muy en cuenta la opinión de los otros y lo que dice la crítica. Con el tiempo, al menos en mi caso, dejó de tener tanta trascendencia el que dirán. De todos modos, no me gustan los papelones públicos y no me agrada llamar la atención. Soy de perfil bajo.

l ¿Usted es de perfil bajo por ese temor?

-No. Soy naturalmente así. Llevo una vida simple, pero mi bajo perfil se acentuó por esta cuestión.

l Sin embargo, está muy expuesto.

-Sí y me suceden cosas de las que no me doy cuenta.

l ¿Por ejemplo?

-A veces, la popularidad me genera una cierta incomodidad. Me refiero a la cantidad de gente que me puede pedir un autógrafo o una foto. Estas son las pequeñas cosas de las que te debés cuidar para que no te terminen abrumando.

l ¿Tiene fobia a las consecuencias de su fama?

-No llego al punto de la fobia por las consecuencias de la fama, pero sí al de la incomodidad. Por ejemplo, me incomoda estar en una fila y que todos me estén mirando.

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