Para el ambiente que por supuesto incluye a la prensa deportiva, también está todo cocinado, aunque se cuiden las formas. Los únicos que no abonan esa lectura son los jugadores que van a protagonizar el partido revancha. En el mundo de los jugadores no hay focus group ni ambiente que pueda brindar seguridades. Nada está definido, aunque parezca que ya está todo definido. Y esto es, precisamente, lo que sigue manteniendo vivo al fútbol: la ausencia de certezas, aunque sobren las explicaciones que nunca pueden anticipar nada. Salvo mentiras más chicas o más grandes.
Independiente tiene que ganar, de mínima, por 2 goles de diferencia para igualar y acceder a la definición por penales. Racing perdiendo 1-0, 2-1, 3-2 o 4-3 por ejemplo, clasifica. ¿Y entonces? Racing llega con ventaja. Y juega en su cancha con todo el público a favor. ¿Qué le garantiza este cuadro de situación? Seguimos igual: nada. Lo evidente es que a Racing se le va a presentar un partido que quisiera disputar cualquier equipo: entrar ganando 2-0 con 90 minutos por delante es un formidable punto de arranque, aunque Carlos Bilardo alguna vez haya institucionalizado que es "el peor resultado".
Regresa Jesús Méndez en Independiente. Y vuelve Diego Milito en Racing (quizás en su último partido como profesional), después de la suspensión y de padecer problemas insuperables en su rodilla. Hoy, es más influyente Méndez para su equipo que Milito. ¿Por qué es más influyente? Porque sin ser un armador y organizador clásico, arma y organiza juego. Y junta las piezas. Conecta al equipo. Porque toca y pasa. Toca y sigue. Sin él, Independiente, como se vio en la caída ante Racing, se queda sin pase en la zona de elaboración y en tres cuartos. En definitiva, queda partido. Méndez suele unir lo que está disperso.
La presencia de Milito obliga a Diego Cocca a debilitar el medio. Hace mucho tiempo que Milito no está entero. Que juega entre algodones. Y sufre los desarrollos. La lectura del juego ofensivo, naturalmente no la perdió. Nunca fue un crack. Pero entiende el fútbol. Interpreta la necesidad de meter una pausa para encontrar el espacio. Esto no se enseña. Lo aprendió solo. El problema es que su actualidad física lo condiciona demasiado. Y condiciona algunos movimientos del equipo subordinado hace más de un año a la verticalidad aprovechando la potencia y los piques de Gustavo Bou.
Independiente tiene que salir. Racing puede esperar. Pero nada es lineal en el fútbol. Todo puede derrumbarse en un par de segundos. Y todo puede iluminarse en un par de segundos. En teoría, va de punto Independiente. Y es banca Racing. ¿Quién desarrolla esa teoría? Los lugares comunes. Las habituales simplificaciones que imperan en el fútbol.
No se creen los jugadores esas hipótesis. Porque un gol desarma todo. Hasta la presunta fortaleza de un gigante. En estos partidos a cara o ceca, aquel que no deja todo es barrido de la cancha. Dejar todo no es ir con la plancha arriba. Pero tampoco es sacar la pierna.
Es verdad, precisa hacer un partidazo Independiente para tener chances. Precisa ser quirúrgico Racing para operar las zonas blandas de su rival, como ya lo hizo en el primer choque sacándole jugo a las piedras. La dimensión del fuego sagrado que también es épica y mística no son valores para subestimar. Denunció un faltante Independiente en este plano. Racing es una incógnita.
Cada partido, en definitiva, es siempre una incógnita. Aunque los focus group aplicados ahora al fútbol extiendan sus pronósticos. Y quizás sus deseos. Por suerte, la anarquía del fútbol no se apagó. Y en Avellaneda blues (gran tema de Manal de 1970) se dirime todo.