
Por primera vez luego del golpe que significó perder la final de la Copa América ante Chile, la Selección argentina salía al campo de juego. En Estados Unidos, se enfrentaba a la débil Bolivia con un equipo alternativo y con varios debutantes. Gerardo Martino quiere probar nuevos nombres de cara a las Eliminatorias y los titulares Emmanuel Mas y Matías Kranevitter, daban sus primeros pasos con el combinado nacional. Lionel Messi, como muchas de las otras figuras, empezaron desde el banco. Así y todo, la Argentina no tuvo problemas y se impuso con un categórico y humillante 7 a 0.
A pesar de la gran cantidad de suplentes, el subcampeón de América demostró rápidamente la supremacía ante un rival de los más flojos de esta parte del continente. Sergio Agüero se tiró atrás y le metió un gran pase a Ezequiel Lavezzi, que abrió el marcador. Iban sólo cuatro minutos de juego y ya daba la impresión de que los boliviano no iban a poder dar vuelta la acción. Es que más allá de ir perdiendo, el planteo dispuesto por Julio César Baldivieso no cambió. Parecía que la intención era perder por la menor cantidad de goles posible.
Todo era del conjunto albiceleste, que sin brillar, era muy superior y de vez en cuando tenía una llegada como para aumentar. Por eso, no extrañó que tras una doble pared entre Roberto Pereyra y el Kun, llegue el segundo, tras una gran definición del delantero, que la picó ante la salida de Daniel Vaca. Sin transpirar, la Argentina alternativa ganaba cómoda y además aumentaría tras una nueva asistencia de Agüero para Lavezzi. El primer tiempo se fue con goleada y se esperaban más festejos para el complemento, y que en algún momento ingresen Lionel y Carlos Tevez.
Antes de los 15 minutos de la etapa final, otra vez Agüero, tras recibir de Lavezzi, puso el cuarto. Finalmente Messi ingresaría y en diez minutos metería dos para estirar la goleada a seis tantos. El encuentro ni se podía analizar, pero el Tata le dio unos minutos a Carlitos, y a Angel Correa, un debutante. Justamente, el futbolista del Atlético de Madrid, agregaría otro poroto a la cuenta. Los minutos que faltaban, sólo sirvieron para ver a un equipo florearse, ante un rival que pedía a gritos el pitazo final. Fue una gran tarea argentina, aunque hay que tener en cuenta el rival al que enfrentó. Lo cierto, es que por más que un adversario sea débil, a veces puede complicar.