El Gallito, con un triunfo por 2-0 ante Platense, se coronó campeón de la B Metropolitana y rubricó su retorno a la segunda categoría del fútbol argentino. Una multitud colmó el Nuevo Francisco Urbano

La fiesta fue completa. Deportivo Morón mostró todos los atributos de un verdadero campeón, volcó rápidamente a su favor un compromiso que pintaba duro y festejó a lo grande con su gente que llenó como nunca antes el Nuevo Urbano.

Y así, con un 2 a 1 sobre Platense, después de diecisiete años (jugó el torneo ‘99-2000), y cuatro fechas antes del cierre del calendario, vuelve a ser Nacional.

Un gigante del fútbol del ascenso que salta a los primeros planos y que disfruta de un momento importante también en lo institucional.

El Gallo tenía que ganar para darle forma de vuelta olímpica a una campaña notable (le sacó diez al escolta Atlanta que aún debe quedar libre) y saltó al escenario con toda la motivación y la furia como para llevarse por delante a un Platense que llegaba con la premisa de convertirse en un incómodo invitado a la fiesta ajena.

Y con esa predisposición, el equipo de Walter Otta le puso rápidamente un sello de contundencia a esta historia.

Porque tuvo un cuarto de hora demoledor, de otra categoría, de la mano del talento de Rodrigo Díaz y la eficacia de Javier Rossi.

Primero, en el minuto cinco, el “Rengo” Díaz generó una falta a pocos metros del área visitante y se hizo cargo de la ejecución con una precisión magnífica y clavó el derechazo combado en el ángulo derecho de Ezequiel Mastrolia. Diez minutos después, a partir de una triangulación rápida y precisa, el “Bicho” Rossi puso el toque final y marcó el dos a cero.

Claro que el campeón de esta edición de la “B” Metro no se relajó con la cómoda y prematura ventaja a su favor y siguió con la misma intensidad en sus movimientos y en su búsqueda. Así contó con un par de jugadas muy claras, un tiro libre recto de Emmanuel Giménez que el arquero visitante desvió desde el ángulo al corner y un centro cruzado que Damián Akerman no llegó a empujar, como para aumentar.

Mientras tanto Platense (¡qué lejos quedó aquél equipo que llegó al receso peleándole al propio Gallo!) no hacía pie y todos los planes tácticos de Omar Labruna se derrumbaron. El Calamar se soltó un poco más, pero lo suyo solamente resumió en un manejo tibio del balón en campo rival, sobre todo a partir del ingreso de Luis Quiroga apenas pasada la media hora, pero sin profundidad.

Un poco de suspenso

El juego del segundo tiempo pasó casi de largo de manera desapercibida. Porque el local pasó a jugar con mucha tranquilidad, el Marrón no encontró nunca la manera de meterse en un partido que le quedó muy grande.

Sin embargo, la noche tenía un lugar reservado para el suspenso. Fue cuando a cinco minutos del cierre, Luis Quiroga se puso la misma pilcha que usó Rodrigo Díaz en el primer tiempo y dibujó un golazo de tiro libre. Y hasta hubo un remate de Fernando Lorefice desde afuera del área que viajó directo a las manos de Milton Alvarez. Entonces el destino le dio una revancha al Gallo que al fin gritó campeón.

El compacto del partido:

Morón Platense

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