Hacía un tiempo que Luciano les había contado a su mamá y a su hermana que la Policía le había ofrecido "trabajar para ellos". Él no aceptó. Y, a partir de ese momento, su familia comenzó a notar una cantidad de detenciones "sin sentido". "(Los policías) lo amenazan y le decían que tenía los minutos contados", recuerda Vanesa Orieta, en diálogo con DiarioPopular.com.ar.
"Luciano tenía miedo, no salía del barrio", reconoce Vanesa. El barrio es el "12 de octubre", de Lomas del Mirador, partido de La Matanza, y ocupa apenas una manzana.
Por un pedido de una agrupación de vecinos, el destacamento de Lomas del Mirador fue inaugurado en 2007. Para Vanesa hay en el (ahora ex) destacamento una contradicción fundamental: "el grupo de vecinos pedía más policías y era la misma policía la que sembraba el terror en el barrio". El lugar comenzó a funcionar, entonces, como una dependencia de la Comisaría novena de esa localidad. Una comisaría que en la última Dictadura militar funcionó como Centro Clandestino de Detención.
Allí llegó por segunda vez Luciano Arruga, a sus 16 años, detenido por la Policía del lugar. La última vez que lo vieron fue allí, el 31 de enero de 2009.
Hermanos
"Perfecta", se apura a contestar Orieta sobre su relación con Luciano. "Me llevaba excelente", agrega y destaca: "Él sabía que si me necesitaba, yo iba a estar ahí y que siempre iba a creer en su palabra". Y allí estuvo Vanesa, en el ex destacamento, acampando junto a otros familiares y amigos de su hermano desaparecido, para exigir que se realice una investigación forense en ese lugar. Antes, había estado exigiendo justicia, denunciando a fiscales y jueces por la intervención de su teléfono, y a funcionarios por su inacción en la causa de la desaparición de su hermano.
"A mí nadie me puede venir a contar nada del barrio, yo nací y me crié ahí", expresa Orieta y detalla: "yo sé lo que es la violencia institucional, el gatillo fácil, sé lo que es que se mueran personas porque no hay atención médica".
Vanesa también sabe de la discriminación, del "prototipo de pibe chorro" que le quepa a cualquiera de los jóvenes que viven allí. A cualquiera, como a Luciano.
"La única diferencia es que yo, gracias a una trabajadora que se la pasó cociendo ropa (su mamá), pude estudiar", reconoce.
A Vanesa tampoco le van a contar de la inseguridad. "La inseguridad está en las comisarías", afirma. "Los que vivimos en el barrio no somos mierda, ni somos chorros", agrega.
Luciano y después
"Cuando pasó lo de mi hermano, no me desperté", aclara Vanesa, curtida ya de todas las violaciones a los derechos humanos que se hacen en nombre de la seguridad. "Fue la gota que rebasó el vaso", define.
Este 31 de enero se cumplen 5 años de la desaparición de Arruga y, para su familia, "todo sigue igual", porque "siguen muriendo pibes por gatillo fácil", entre otras aberraciones.
"Ningún ministro ni funcionario salió a hablar de Luciano", apunta Vanesa. "¿Sabés por qué?", pregunta. "Porque ellos son los responsables políticos y tendrían que estar presos", asegura y recuerda los discursos que hablan de bajar la edad de imputabilidad y de sumar efectivos policiales que sólo genera "más muertes de pibes humildes".
Tanto Vanesa como los familiares y amigos de Arruga saben que están molestando. Que no es un discurso vacío el que plantean. "Es muy importante que se levanten las voces de familiares de otras víctimas de desaparecidos en Democracia", arenga.
Orieta no tiene miedo. Tiene hambre de justicia. "Sé que se me puede ir la vida, porque no estoy denunciando a 4 de copas, estoy denunciando al poder político y al poder judicial", afirma.
"Conozco los riesgos y no me importa. Si me pasa algo, bienvenido sea, porque sé que se van a levantar miles detrás mío", manifiesta.
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