El tradicional Vía Crucis de la ciudad de Buenos Aires, organizado por el Arzobispado porteño y la Asociación de Amigos de la Avenida de Mayo, se realizó esta noche desde la plaza de Lorea, cerca del Congreso, hasta la Catedral Metropolitana, con la participación de miles de fieles.
En la procesión a lo largo de la Avenida de Mayo los participantes llevaron dos cruces gigantes, de doce metros de largo, seis de ancho y 140 kilos de peso, y una de ellas fue trasladada por jóvenes.
La celebración hasta 2012 contó con la presencia del cardenal Jorge Mario Bergoglio, hoy papa Francisco, mezclado entre los fieles, actitud que fue matenida en esta oportunidad por su sucesor, el actual arzobispo de Buenos Aires Jorge Poli.
También asistieron integrantes de las colectividades extranjeras que viven en el país, simbolizando la universalidad del sacrificio de Jesús.
Los organizadores señalaron que durante diez años, el papa Francisco presidió este viacrucis, "y su palabra hacia los jóvenes fue muy importante para acercarlos y apasionarlos en este camino de esperanza, oración y encuentro".
En este marco se caminó durante las diez cuadras de la Avenida de Mayo, con breves interrupciones en las 14 paradas del Vía Crucis que recuerdan la pasión de Jesucristo, momento en los cuales se aprovechaba para leer una reflexión del papa Francisco. El obispo auxiliar de la ciudad de Buenos Aires, monseñor Eduardo García, hizo una invocación antes de la partida y dijo:
"Este camino no lo hacemos solos, sino llevando tantos hermanos nuestros que hacen cada día su Vía Crucis si caminamos con aquellos que sufren".
Por su parte, Valentín Arguindegui, coordinador de la Asociación de Amigos de la Avenida de Mayo, destacó a Noticias Argentinas que el Vía Crucis es "una expresión de fe que mueve a tanta gente y que siempre hace participar a los jóvenes que quieren vivir los días de la pasión de Cristo".
En la cuarta estación del Vía Crucis, cuando Jesús se encuentra con su madre, se sumó a la procesión una imagen de 1870 de la Virgen de los Dolores que pertenece a la Iglesia de la Piedad y que fue adquirida en España y donada por el plantel de la Selección argentina de fútbol que se coronó campeona del mundo en 1986. La Actividad llegó a las 22.00 a la Plaza de Mayo, donde se hizo la representación de la crucifixión, a cargo de un grupo de actores amateurs con una escenografía especial.
En ese momento, la catedral lució colmada de gente y cuando terminó la representación en la plaza se subió la figura del Cristo yacente que fue velado con rezos en el altar mayor dispuesto para la ocasión.
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