El cliente llega al estudio de abogados en la ciudad de Temperley y lo atiende uno de los integrantes del equipo, que lleva causas relacionadas con el fuero civil y comercial. Es un experimentado profesional de las leyes, pese a que se recibió hace sólo 9 años, cuando cumplió 53.
Lo que el cliente no imagina es que este abogado, que hoy tiene 62 años, pasó más de 20 años de su vida transitando gran parte de las canchas argentinas como un muy destacado marcador central, cuyo nombre sonó en algún momento como posible candidato para la selección mayor, que convirtió 14 goles en su trayectoria, y que además hoy es gerente de un club importante del ascenso.
Nacido en Quilmes, Clide Héctor Díaz (aclara que “Clide es mi primer nombre y no parte de mi apellido, como algunos piensan”), recordado zaguero que conoció grandes momentos como jugador de Huracán, Vélez, Quilmes, Banfield y Deportivo Español, asegura que “desde chico sentí que jugar al fútbol era para mí algo natural, y mientras crecí, jamás pensé que algún día estaría prestando mis servicios como abogado, pero sucede que los jugadores a veces pensamos que esto es para siempre, y no es así, por eso a partir del consejo de alguien, ya grande me decidí a estudiar y aquí estoy”.
Pese a ser hincha de Racing, Clide no pudo jugar en el club de sus amores. Pero aprendió a querer a las divisas cuyos colores defendió durante varios años. Así, nos cuenta que “empecé en las inferiores de Huracán, y aunque mis primeros partidos jugué de 5, una celebridad como Emilio Baldonedo me ubicó de marcador central, número 6, y allí encontré mi verdadero puesto”.
Luego de una exitosa gira de pretemporada con el Globo por Estados Unidos, el Gitano Juárez, que dirigía al equipo, le vio buen olfato como cabeceador, y el debut fue reemplazando a Aldo Espinoza, en 1976, en un partido contra San Martín de Mendoza. Y recuerda que “poco después hice mi primer gol, fue a Rosario Central, nada menos que a Carnevali”.
Clide Diaz señala que “en Huracán tuve dos etapas, ya que jugué del 76 al 81, y luego volví en el 88, peleamos el retorno a primera, y logramos el ascenso en el 89, con Babington como DT. En total jugué 209 partidos en el club, y convertí varios goles, uno de ellos de chilena, se la clavé en el ángulo a Palacios, de Quilmes, un gol que recuerdo con cariño porque ese día había ido mi viejo a verme y cuando lo ubico en la tribuna estaba gritando como loco”.
Entre su ida y su retorno al Globo, Clide Diaz jugó en Quilmes, donde integró un destacado equipo que salió subcampeón en 1982, detrás del Ferro de Griguol, el campeón (“uno de los equipos más difícil que enfrenté, sabías como jugaban, pero era casi imposible ganarles”).
Al poco tiempo, Clide firmó con Vélez, donde se lucían figuras como Bianchi, Alonso y Pumpido. Y explica que “no tuve continuidad, porque arriba mío había monstruos como Larraquy y Cucciufo, y no era fácil ser titular”. Así, decidió bajar de categoría.
“Pese a que muchos me decían que era una locura, ingresé a Deportivo Español, que en 1984 tenía un equipazo, dirigido por López y Cavallero. Era el año en que Racing estaba en la B, pero nosotros le sacamos más de diez puntos al segundo y logramos subir a primera, donde hicimos grandes campañas”.
Tras formar parte de un gran plantel como Banfield, que con D’Angelo como DT también asciende a primera. Clide retornó al Globo, donde jugó dos años y culminó su carrera habiendo jugado más de 500 partidos en primera, y agradeciendo “haber jugado con grandes compañeros y técnicos, de quienes aprendí mucho”.
Estando en Banfield, fue justamente gracias al presidente del Taladro, Carlos Portell, que Díaz se pone en contacto con un abogado, y a partir de esa charla se enciende la chispa que lo llevaría a iniciar un nuevo camino en su vida.
Cuenta que “este abogado me dice que me veía pasta, yo no creía poder estudiar una carrera a esa edad, pero él me presta dos libros de derecho romano, y me los devoré en tres días, eran como el cuento más lindo del mundo. Me anoté en la Universidad de Lomas y en 2010 me recibí”.
“Como abogado trato de disfrutar la profesión, no siempre se logra, porque es una responsabilidad, y hay que estar atento a muchos pasos procesales, pero lo mejor que tengo es que trabajamos en equipo junto a colegas como Domingo, Martin, Marcos y mi socio Gabriel Russo”.
Cuenta que “con mis socios hacemos derecho laboral, familias y sucesiones, y por mi actividad en los clubes conozco lo relativo a los contratos de los futbolistas, pero me atrae el tema de las energías renovables, los recursos que se terminan, hay bastante jurisprudencia, leo mucho sobre esta cuestión, y es algo apasionante, que abre un camino distinto en el ámbito del derecho”.
“En los años que jugué al fútbol - cuenta Díaz - uno ganaba dinero, pero no tanto para salvarte, pude vivir del deporte, pero no me salvé. Además, siempre fui de bajo perfil, mi viejo tenía un puesto de diarios en Quilmes y me enseñó a ganarme el mango”.
Hoy, satisfecho con el camino recorrido, Clide está casado por segunda vez, tiene cuatro hijas y un varón de 4 años. Destaca que “al dejar el fútbol (en la foto cuando jugaba para Deportivo Español), estuve unos años en Mendoza, y me dediqué a trabajos empresariales y de venta directa, hice cursos y charlas, y recién hacia mediados de los ‘90 retorné al ámbito del fútbol”. Tras una breve experiencia como director técnico, dirigiendo a San Miguel en el Nacional B, Clide volvió al fútbol y a dos clubes en los cuales comenzó a desarrollar una tarea que hace 20 años no era habitual. La de gerente general, y lo hizo en Deportivo Español, donde había dejado grandes amigos, como Crespo, Donaires y Catalano, y donde hoy sigue cumpliendo funciones como asesor jurídico, y durante un lapso también en Banfield.
Acota que este último “fue un período exitoso, ya que salimos campeones de primera y hasta jugamos la Copa” y remarca que “tuve el olfato de recomendar a dos pibes que se iniciaban: Darío Cvitanich y James Rodríguez”.
Explica que “ser gerente es ocuparse de muchas cosas, hacer proyectos para el fútbol amateur, ocuparse del tema ropa, pretemporada, reclutar socios, ver los contratos, generar publicidad, organizar giras” y remarca que “cuando volví la segunda vez a Español el club estaba en la C, muy mal, lleno de deudas, y logramos levantarlo y aumentar la cantidad de socios”.