Fernando Daniel Ibáñez es un no vidente que dedicó
20 de sus 36 años en dar rienda suelta a una
pasión sin límites por la radio, el medio que tanto le sirvió para captar la realidad en la que está inserto y a la cual nunca pudo ver.
Ciego desde los seis meses por
efecto de un tumor que obligó a extirparle uno de sus ojos sobre el cual el mal que pulverizó el nervio óptico del otro ya estaba avanzando, Fernando encontró en el extraordinario amor de su madre el aporte ideal con el cual sustituir ese sentido perdido para siempre,
sin que esa carencia amilanara su espíritu inquieto, activo y vital.
"Nosotros -por los ciegos- tenemos que usar al máximo los otros sentidos y debemos prestar atención a lo que el resto de los que ven,
habitualmente no atienden tanto", explicó Fernando a
HISTORIAS DE VIDA.
Como lo hace en la radio tanto en el programa
Neo Exprés que comparte con
Macarena Arias de lunes a viernes de 10 a 14, o el que tiene a su cargo los sábados a la tarde,
DJ Retro, el
operador y
conductor memoriza el ámbito del estudio que las autoridades de la radio acondicionaron para que pueda desenvolverse con comodidad.
"
En la calle me guío por el ruido,
el entorno, los ambientes y los aromas", asegura para apuntarle al periodista que a pocos metros de donde ocasionalmente se encuentran, funciona una pizzería como se lo certifica su olfato.
Pero el oído también ha sido un aliado importante ya que le permitió emparentarse con la
música, a la que define como "la manera concreta de contactarse e integrarse con el mundo".
En realidad, su vida estuvo jalonada por la música y la radio. Una Spika portátil con cobertura de cuero colgada del manubrio de su triciclo operaba, cuando tenía 5 años, como una suerte de GPS sonoro para transitar por su casa sin chocar contra muebles y paredes. A los 13, los temas de onda que
grababa en casetes, fueron el pasaporte para acercarse a aquellas chicas que le gustaban a partir de la sensación táctil que le devolvía tocarle los cabellos.
Mal no le fue. En la adolescencia tuvo varias novias y cuando estudió
Psicología Social conoció a una mujer trece años mayor con la que estuvo casado entre 2008 y 2010 hasta que decidió separarse.
"El problema fue que confundió matrimonio con apropiación", sentenció.
Hoy Fernando vive con su madre y sus hermanas, quienes también lo ayudaron en su integración que incluyó tocar el piano y el saxo, y trabajar de
disc jockey, actividad de que ahora está algo alejado.
Para Fernando no existe la adversidad. Ni cuando sufrió en 1998 un accidente por el cual le encontraron un
meningioma heredado de aquel viejo tumor extirpado y por el que debe tratarse para superar cuadros de epilepsia transitoria. Pero sin complejos sigue adelante, seguro de sus sentidos al punto con el final de la nota se despide y se marcha para comprobar que la pizzería que había percibido un rato antes, estaba situada en la esquina.