El navegante francés Laurent Camprubi aguantó dieciséis horas en su velero volcado con apenas "treinta o cuarenta centímetros de aire".
El velero Jeanne Solo Sailor, de 12 metros de eslora, había zarpado el domingo por la mañana de la capital portuguesa, Lisboa, y envió una señal de socorro el lunes a las 20:23, a 14 millas al noroeste de las islas Sisargas frente a la región española de Galicia con un único tripulante a bordo, cuyo paradero se desconocía.
Laurent Camprubi aguantó 16 horas en su velero volcado con apenas "30 o 40 centímetros de aire" hasta que el equipo de Salvamento Marítimo logró su milagroso rescate.
Tres helicópteros y un barco de rescate que transportaba a cinco buzos fueron enviados para ayudar en la búsqueda de la embarcación.
Un buzo entró en el velero por el casco para buscar signos de vida y Laurent Camprubi, que estaba dentro, respondió golpeando desde el interior.
En el intento de sacarlo de ahí con vida y ante las dificultades que generaba la marea, la Guardia Costera colocó globos de flotación en el casco del barco para evitar que se hundiera más y esperaron hasta la mañana para sacar al tripulante.
Dos buzos nadaron debajo de la embarcación para ayudar a liberar al navegante francés, a quien encontraron usando un traje salvavidas de neopren y sumergido en el agua hasta las rodillas.
"De repente, percibí que no tenía orza. Me disponía a tirar de la vela grande cuando el barco comenzó a inclinarse. No lo pensé mucho y me metí dentro. Y en 15 segundos ya estaba volteado" , relató Laurent, que según sus palabras, en ningún momento entró en pánico y enseguida activó las balizas de posición y se centró en encontrar y enfundarse uno de los dos trajes de supervivencia que llevaba en el velero.
"No fue fácil, porque la burbuja de aire era de unos 40 centímetros, el traje estaba mojado y el agua muy fría, entre 17 y 18 grados centígrados", agregó.
"Escuché llegar el helicóptero e intenté varias veces golpear el barco para dar señales de vida, pero no tenía ni fuerzas ni espacio. Se fueron. Pasé la noche agazapado y agarrado para no golpearme con la zozobra. Fueron casi 15 horas en la misma posición». El martes, sobre las 9.30 horas, comenzaba a ver la luz bajo sus pies. Escuchó de nuevo un helicóptero y, al poco tiempo, un gancho asomó por la escotilla. «Me agarré a él y me sacaron", narró ya fuera de peligro.
"Me dijeron que temían que no resistiera la noche. Y yo les contesté que mi miedo era que no volviesen a por mí. Me salvó pensar en mi mujer y mis hijos", concluyó.
"Salió en apnea", relató Vicente Cobelo, miembro del equipo de operaciones especiales de la Guardia Costera, y agregó que los buzos tuvieron que "tirar de él porque con el traje de supervivencia que llevaba puesto le costaba mucho salir".
El hombre fue trasladado por aire a un lugar seguro y llevado al hospital para el respectivo seguimiento médico. Poco después, fue dado de alta sin presentar problemas de salud.
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