Los pobladores de la región de Toraja, en Indonesia, tienen un extraño ritual para honrar a sus muertos: cada tres años desentierran los cadáveres de sus familiares y los hacen "caminar" entre los vivos.
Si bien la mayor parte de la población profesa las religiones cristiana y musulmana, continúan practicando sus rituales tribales.
Los habitantes de Toraja, que mantienen la creencia de que el alma no abandona el cuerpo tras la muerte sino que el fallecido tarda años y años en alcanzar el más allá, gastan grandes sumas de dinero en fastuosos funerales, que a veces provocan su ruina económica.
En ocasiones, los muertos permanecen en "ataúdes temporales" a la espera de que los familiares puedan costear uno definitivo. Es en ese momento cuando se desentierra a los fallecidos, se los viste con sus antiguas ropas y se los hace circular por su aldea hasta su destino final.
Al momento de llegar a su descanso eterno, los aldeanos sacrifican decenas de búfalos y gallos muertos en riñas y convierten el rito en una atracción turística.