El 4 de abril de 1968, día en que un racista acabó con su vida, Martin Luther King seguía bajo la constante vigilancia del FBI, que lo había etiquetado como el hombre "más peligroso" del país. Medio siglo después, continúa vigente como un símbolo de la lucha contra el racismo y por los derechos civiles, no sólo en los Estados Unidos sino en todo el mundo. Tenía 39 años y en su memoria, el tercer lunes de enero es feriado nacional.
Si bien en la sociedad estadounidense ya no hay lavamanos para negros y otro para blancos, como ilustró el fotógrafo de la agencia Magnum Elliot Erwitt, la brecha racial sigue existiendo en la primera potencia del planeta, según informes de las Naciones Unidas (ONU).
Hace 50 años, más de 250.000 personas convergían en las escalinatas del monumento a Abraham Lincoln, en Washington, durante una marcha pacífica donde el carismático líder negro pronunció un célebre discurso el 28 de agosto de 1963.
“Yo tengo el sueño de que mis cuatro hijos pequeños vivirán un día en una nación donde no serán juzgados por el color de su piel, sino por el contenido de su personalidad. ¡Yo tengo un sueño hoy!”, dijo King.
“Yo tengo el sueño de que un día, allá en Alabama, con sus racistas despiadados, con un gobernador cuyos labios gotean con las palabras de la interposición y la anulación; un día allí mismo en Alabama, pequeños niños negros y pequeñas niñas negras serán capaces de unir sus manos con pequeños niños blancos y niñas blancas como hermanos y hermanas (...)’, agregó.
Eran los tiempos de la guerra de Vietnam en un país donde los afroestadounidenses reclamaban una mayor igualdad de los derechos civiles.
Nacido el 15 de enero de 1929 en Atlanta, Georgia, King recorrió 9,3 millones de kilómetros durante 13 años, se dirigió 2.500 veces al público y fue detenido una veintena de veces por la Policía.
Según su biógrafo Taylor Branch, su autopsia demostró que su corazón parecía el de un hombre de 60 años, a raíz del estrés que sufría en aquellos años.
Era hijo y nieto de predicadores baptistas, que le inculcaron el amor por los pobres, y se adhirió al movimiento por la no violencia mientras estudiaba en la universidad.
En 1954 fue ordenado ministro religioso y se convirtió en pastor de una iglesia en Montgomery, Alabama; un año después recibió un doctorado en la Universidad de Boston.
En 1957 fundó la Conferencia de Líderes Cristianos del Sur, predicando la no violencia con el fin de alcanzar los derechos civiles para todos los afroamericanos.
En 1960, cuando regresó a Atlanta para compartir con su padre las funciones de pastor de la iglesia baptista Ebenezer, fue detenido por la Policía por protestar contra la segregación racial en un local de comida rápida.
El caso, difundido por los medios estadounidenses, atrajo la atención del entonces presidente de Estados Unidos, John Fitzgerald Kennedy, quien intercedió para que King recuperara su libertad.
La marcha que lideró sobre Washington influyó en la aprobación de la ley sobre los Derechos Civiles fundamentales en 1964, año en que King fue distinguido con el Premio Nobel de la Paz.
"En su discurso de aceptación del premio Nobel en 1964 King dijo que el movimiento por los derechos cívicos era el mayor movimiento de liberación de la historia de la humanidad", recuerda Taylor Branch, autor de una trilogía sobre su vida: America in the King Years.
Sin embargo, meses después recibió criticas en el propio movimiento de derechos civiles por ceder ante la Policía montada durante una marcha realizada en Alabama. Sus críticos le reprocharon, además, no haber modificado las políticas segregacionistas de Chicago en materia de vivienda.
El enfrentamiento con Malcolm X fue otro capítulo de su vida. Ambos lideraban la lucha por los derechos civiles de los negros, pero desde posiciones opuestas. Para Malcolm X, asesinado el 21 de febrero de 1965, las víctimas de la violencia blanca debían defenderse con todos los medios a su alcance.
Su objetivo no era la integración social, sino formar una comunidad aparte de los blancos. Malcolm X pertenecía a la Nación del Islam, una organización musulmana que impulsaba la superioridad del hombre negro.
Estimulado por el papel que cumplía en la sociedad estadounidense, King se ocupó luego de la situación de los pobres de todas las razas y se opuso fervientemente la Guerra de Vietnam.
Con estos ideales a cuestas, viajó el 4 de abril a Memphis, en el estado de Tennesse, donde fue asesinado a balazos por un segregacionista blanco llamado James Earl Ray, cuando se encontraba en el balcón de un hotel Lorraine.
Una sola bala lanzada desde un Remington 760 le entró por la mejilla derecha partiéndole el maxilar y varias vértebras mientras bajaba a lo largo de la médula, cortando la yugular y las arterias mayores antes de frenarse en el hombro.
Clara Ester y su compañera de estudios Mary Hunt habían viajado especialmente para escuchar el discurso de su líder. Clara fue testigo de uno de los crímenes más simbólicos del siglo pasado, pero se decidió a contar lo que vio recién 50 años después a USA Today.
Ambas corrieron para protegerse del ataque. "Había sangre todo alrededor, costaba respirar", contó Clara, y agregó: "Me sentí inútil y enojada, pero me di cuenta de que ese hombre estaba dispuesto a dar la vida por la no violencia. Así que decidí que haría todo lo posible para hacer al mundo mejor, de modo pacífico".
Ray, el criminal, fue arrestado en el aeropuerto londinense de Heathrow, dos meses después.