¿Qué secretos físicos, emocionales, espirituales y hasta psicológicos esconde el amor? ¿Quién no se ha preguntado si necesita porque ama o si ama porque necesita? Es saludable interpelarse a sí mismo, y además, es beneficioso para aprender de las experiencias vividas y no volver a cometer siempre los mismos errores. La dependencia emocional puede ser confundida con el amor, por eso es importante responderse estas preguntas con sinceridad y saber qué sentimos.
Algunas personas sienten que dependen de su pareja para ser felices. Necesitan de su presencia de manera permanente, y casi nunca disfrutan de momentos de soledad. Tienen una tendencia a enamorarse siempre de quienes necesitan ayuda, es un rasgo común que se repite en casi todas sus relaciones. Pareciera que estas personas precisan sentirse útiles y queridas, incluso necesarias, más que amadas en términos armónicos. Pretender que la felicidad depende del amor de otra persona es un gran error y algo que se debe evitar, ya que la consecuencia probable es que la relación se convierta en una gran decepción.
Para que este tipo de relaciones se desarrollen es necesario que dos personas ejerzan su rol. Los integrantes se asocian para establecer entre ambos una relación con dificultades. Muchas veces estos roles son asumidos de manera inconsciente, velados detrás de imágenes autocomplacientes.
La famosa etapa del enamoramiento, en el comienzo de una relación, en general, enmascara la realidad. En esta etapa, existe una tendencia a idealizar a la persona amada, se pasan por alto o se minimizan aspectos negativos de la otra persona, pero con el paso del tiempo esos pequeños detalles si no se logran acuerdos maduros, aparecen como problemas. En la etapa del enamoramiento muchas veces se olvidan o dejan de lado los deseos propios en favor de la relación. En esta etapa, muchas veces, se cree que al estar en una relación, las dos personas pasan a ser una.
Una vez que se caen los velos que provoca el enamoramiento, aparecen los seres reales. Lo aconsejable pareciera ser lograr acuerdos que consientan los dos integrantes. Cuando la relación se plantea en términos maduros y armoniosos, se establecen límites sanos desde el inicio. Esto no garantiza ciento por ciento el éxito permanente y perdurable de la pareja, pero sí asegura una relación basada en el respeto, por lo tanto, al presentarse los problemas serán también solucionados con respeto. Lo recomendable para las relaciones maduras es que los integrantes nunca dejen de verse y sentirse a sí mismos como dos individualidades que se encuentran para compartir lo común y acompañarse en lo particular. Así, a grandes rasgos y entre otras cosas, podríamos llamar amor maduro a la unión en la que se puede preservar la propia individualidad, sin que esto afecte ni a la otra persona ni a la relación. Visto así, en el amor maduro no entrarían las uniones con excesiva dependencia, en las que podría confundirse aún más el amor con la necesidad.
La necesidad respecto de la otra persona debería no ser obsesiva ni enfermiza. Cuando este sentimiento tiene una intensidad tal, se convierte en dependencia y aparece esta sensación de “no poder vivir” si la otra persona no está. Muy distinto es cuando una persona está muy bien consigo misma y desea estar con alguien.