La acción del hombre, fundamentalmente a través de las talas, pone en serio riesgo el medio ambiente, no sólo para las especies animales que habitan un bosque, sino para los seres humanos que viven en zonas linderas
Se denomina deforestación al proceso provocado generalmente por la acción humana, en la que se destruye la superficie forestal. Está directamente causada por la acción del hombre sobre la naturaleza, principalmente debido a las talas realizadas por la industria maderera, así como para la obtención de suelo para la agricultura y las pérdidas han sido notables desde la Revolución Industrial y hasta la actualidad.
Las consecuencias de este proceso son gravísimas, no sólo para las especies animales que habitan el bosque, sino para los seres humanos que viven en las zonas linderas, ya que grandes cambios en la cubierta vegetal afectan la lluvia. Pero cabe aclarar que no es la vegetación el factor determinante, sino más bien la correlación entre la humedad del suelo, la vegetación y la energía (fundamentalmente solar) que se necesita para convertir el agua en vapor de agua que forma parte del aire.
Para explicarlo de manera más simple, podríamos decir que al desaparecer un bosque, la producción de nubes disminuye y, por ende, las probabilidades de precipitaciones. Es decir, si no hay vegetación, no hay nubes. Si no hay nubes, no llueve. Si observamos la imagen de un desierto o de una zona árida, notaremos la ausencia de nubes.
La deforestación se da de dos maneras: por un lado, el desmonte, es decir, la eliminación total del bosque en todos sus estratos para ampliar la frontera agropecuaria. Por otro lado, la tala indiscriminada: el corte y extracción de especies del estrato arbóreo del bosque.
En la Argentina, lamentablemente, las cifras son alarmantes. Según datos oficiales, nuestro país pierde aproximadamente 300.000 hectáreas de bosques nativos por año, lo que equivale a 40 canchas de fútbol por hora. Se calcula que a este ritmo podrían perderse la totalidad de los bosques en el término de un siglo. Escalofriante, ¿no es cierto? La realidad es que hay una explotación casi minera de los bosques, de tal manera que extraemos todo lo que ese bosque puede darnos, y luego seguimos con otro. Es entonces cuando los espacios verdes no logran recuperarse, y los animales que viven en ellos quedan desprovistos no sólo de resguardo sino también de alimento.
Por otro lado, el 20% de las emisiones de gases de efecto invernadero provienen de la explotación de los bosques, y el 30% de la madera que se comercializa en la Argentina proviene de fuentes ilegales. Eso, ¿qué significa? Que aquellas entidades o particulares que vacían nuestros bosques no suelen atender las necesidades de la mano de obra que se encuentra trabajando en la zona. De esta manera, las condiciones laborales de muchos trabajadores en aserraderos conllevan un aumento en las probabilidades de accidentes laborales, debido a que no poseen cobertura médica, ni vestimenta adecuada para llevar adelante sus tareas, y en muchos casos las maquinarias son precarias. Entonces la deforestación pasa no sólo a ser una actividad altamente nociva para el medioambiente, sino para quienes se ven involucrados desde lo laboral en el proceso.
Pero, entonces, ¿qué hacer? Desde nuestro privilegiado lugar de consumidores, podemos comenzar por elegir aquellos productos que han sido producidos de manera responsable. Esto quiere decir que existen certificadoras que nos aseguran que determinados productos que utilizan madera en su proceso de fabricación, han hecho un manejo ambientalmente responsable, socialmente beneficioso y económicamente viable en los bosques sobre los que han intercedido.
EL FSC (Forest Stewardship Council) es una entidad que, por ejemplo, prohíbe los desmontes, el uso de agroquímicos y respeta los derechos de los pueblos originarios, todo lo anterior a nivel global. Los productos con el logo del FSC nos garantizan que estamos optando por aquello que fue hecho sin perjudicar nuestros bosques, y eso nos convierte en consumidores responsables y éticos en nuestras elecciones.
Más allá de las certificaciones y compras ambientalmente correctas, debemos comenzar por utilizar la menor cantidad de papel posible, ya que a mayor demanda, mayor oferta. Usemos el papel y sus derivados de manera responsable, sin derrochar ni desperdiciar. Enseñemos a nuestros niños con el ejemplo, y promovamos la plantación de árboles. Es algo sumamente gratificante, no sólo para nuestro planeta sino para nosotros mismos.
Verónica Alimonda. Editora de Sustentator.com