Históricamente se buscó en afrodisíacos y últimamente en suplementos químicos la tarea de aumentar tanto el deseo como la respuesta. Pero además existen ejercicios que pueden ayudar a estimular el placer
Parecería que el ser humano viene buscando, desde el principio de los tiempos, maneras de tener una mayor potencia sexual, más revitalizadora. En épocas menos científicas, los afrodisíacos eran sustancias preparadas con brebajes hechos con hierbas especiales. Hoy en día se dispone de ciertos productos químicos, tales como hormonas, que realmente pueden estimular el deseo sexual, tanto en hombres como en mujeres.
No obstante el uso de estas sustancias y otras, a veces tienen efectos colaterales no deseables y en consecuencia se debe controlar a través de un profesional.
Cualquier malestar, preocupación o enfermedad, puede afectar también la actividad sexual. La falta de una respuesta sexual causa más tensión y será el motivo de un círculo vicioso difícil de romper.
Por eso es que lo principal es relajarse y no tener el pensamiento en el problema. Las necesidades sexuales cambian también con los estados de ánimo.
Hoy en día, los especialistas en sexología calculan que el gasto energético que supone el acto sexual, se aproxima bastante al de una carrera de 800 metros.
Esto es muy poco si se piensa en una persona habituada al ejercicio físico y sólo basta un período corto de descanso para que se encuentre nuevamente en forma.
Hay estudios que indican que el consumo energético de un acto sexual equivale al gasto calórico que se tiene en reposo, multiplicado por tres. No hay por lo tanto, justificación para desaconsejar los contactos íntimos antes de una competencia.
Parece ser que existen ciertos tipos de ejercicios que, además de tonificar los órganos sexuales y estimularlos, mejoran el estado general de la persona. De acuerdo a lo que sostiene Lidia Gioia, profesora de yoga del Instituto Yoga de Reeducación Orgánica Respiratoria, “el ser humano carece en la actualidad del tiempo suficiente para disfrutar de las pequeñas cosas que alegran la vida. Carece del espacio para cultivar afectos y para vivir el ocio. El hombre de hoy en día sólo se preocupa de sobrevivir, dejando el placer por otras cosas a las que considera más importantes. De esta manera, disminuye la líbido y por consiguiente la potencia sexual”.
Al tener que sumergirse en la lucha cotidiana, el deseo sexual disminuye. “Se desgasta la energía durante el día -prosigue la profesora- no pudiendo conseguir el placer sexual con el encuentro de la pareja. La potencia sexual no sólo se limita al apetito sexual-genital, sino que está siempre presente en cada acto de la vida. Esa energía, esa potencia, puede ser controlada para vivir plenamente. La líbido es la fuerza vital, la energía de poder disfrutar cada segundo. La líbido es hacer el amor en un amplio sentido”.
La profesora señala que ha descubierto una manera de ejercitar los músculos pelvianos y los órganos sexuales. Estos ejercicios son fáciles de realizar. Se trata de controlar regularmente las emisiones de la orina, esto hace que trabajen ciertos músculos ligados a los órganos sexuales. Cuando se va a vaciar la vejiga, se debe emitir y contener varias veces. Este simple mecanismo de regular las emisiones, no es de ninguna forma algo que pueda ir contra natura o que pueda afectar al organismo de alguna manera. Es muy normal que el cerebro emita órdenes y el cuerpo las cumpla.
Según la profesional, se ha dedicado durante muchos años al estímulo directo de centros nerviosos, mediante estos ejercicios especiales, sin que ello mortifique el organismo ni sus tejidos.
La depresión, el estrés, los problemas económicos, las drogas, el alcohol, el tabaquismo, hacen que las personas se deterioren físicamente y con ello lleguen al adormecimiento del deseo sexual.
Estos ejercicios hacen que se oxigene el organismo y se liberen toxinas. La sangre corre libremente para irrigar todos los tejidos que es la batería del ser humano.