Relatos de apariciones y presencias en el hotel Edén que hielan la sangre
El aspecto fantasmagórico de lo que queda en La Falda, Córdoba, de la más que centenaria edificación del mítico hotel Edén, un auténtico spa de lujo que en la primera mitad del siglo pasado que llegó a tener entre sus huéspedes a príncipes y presidentes, aloja hoy espectros que se manifiestan en una inquietante sucesión de episodios paranormales.
Los trabajadores que se desempeñan tanto como cicerones de las visitas guiadas que tienen lugar en lo que fue el gran hotel que empezó a ser construido en 1897, aseveran que presencias, ruidos, sombras y hasta apariciones componen el estremecedor panorama que impera en los enormes salones vacíos y las ruinas de las más de cien habitaciones del Edén. Estudiosos de fenómenos de difícil explicación aseveran por su parte que el viejo hotel es una cantera inagotable de ese tipo de manifestaciones entre las que se destacan tres fenómenos impresionantes que se repiten con reiterada frecuencia, según pudo saber MAS ALLA DEL MISTERIO.
Una de esas anomalías comprobadas por los testigos es la presencia que se percibe en un grupo de habitaciones de la planta superior del espíritu de una nena que murió por tuberculosis, la aparición por lo general en las alturas de la escalera del hall central del espectro de una de las primeras dueñas y las travesuras de un niño fantasma que se resiste a abandonar una dependencia exterior del edificio central en la cual perdió la vida.
Turistas que forman parte de esas visitas organizadas la Municipalidad de La Falda, propietaria del hotel desde 1998, han quedado perplejos cuando algunos de sus hijos de corta edad les transmitieron su deseo por ir a jugar a una de las habitaciones abandonadas donde, afirman los chiquitos, fueron convocados por otra nena que en realidad, comprobaron luego los adultos, no existe.
Si bien los visitantes más pequeños se han topado ante este tipo de manifestación, la experiencia de los mayores no es menos impresionante: hay quienes aseguran que al ingresar en una de esas habitaciones donde los chiquitos cuentan que hay una nena como ellos que los llama para jugar, experimentan un brusca y helada corriente de aire que surca el cuarto La historia que han podido reconstruir en ese sentido los investigadores revela que a mediados de la década del 20, la calidad del aire de la zona serrana en que se levanta el hotel llevó a sus dueños a ofrecer como servicio lo que sería un anticipo ganaría mercado como turismo de salud. En ese caso y siguiendo la experiencia de otros establecimientos hoteleros situados en las sierras, el hotel recibía a pacientes enfermos de tuberculosis, enfermedad que por aquel entonces hacía estragos. Así, puntualizan los investigadores y los guías locales del Edén, la anomalía registrada en esas habitaciones responde al espectro de una chiquita afectada de ese mal que fue huésped del hotel pero que el aire cordobés no logró alivianar su dolencia. Es más. Hay quienes sugieren que la nena fallecida en el hotel era la hija de un afamado médico que intentó sin éxito que la pequeña alcanzara la curación de sus mancillados pulmones. La dueña Otro de los fantasmas que habitualmente dicen presente en el Edén es la aparición del espectro que los testigos definen como la figura de una mujer que, al ser comparada con fotos de época, resulta tener un parecido notable con una de las primeras dueñas de aquel spa de lujo. La aparición definida como una presencia envuelta en blanco que suele aparecer en el tramo superior de la espectacular escalera que vinculaba la recepción con la planta alta, es asociada con María Krautner quien fue una de las propietarias del Edén que vivió en el lugar entre 1904 y 1912, año de su muerte a causa del cáncer.
El tercero de los fenómenos paranormales más espectaculares que tiene el Edén es el del alma en pena de un bebé que nunca ha abandonado una casa exterior del hotel utilizada habitualmente como oficina y lugar de estar de los trabajadores del lugar. Allí también los ocasionales testigos han visto sombras moverse en forma vertiginosa y al igual de lo que ocurre con la zona de habitaciones donde reside el fantasma de la niña que murió tuberculosa, los abruptos cambios de temperatura en la vivienda marcan la presencia de la anomalía. La versión que fortalece la presencia de ese pequeño fantasma proviene de los vecinos del hotel. Según aportan, en ese lugar ocurrió en los primeros años de funcionamiento del hotel un hecho horripilante: una criatura de 18 meses murió a causa de la hipotermia ante un descuido de sus padres. Desde entonces, parece ser que ese espíritu reclama el calor que no tuvo a causa de una negligencia. Los discursos de Hitler al sol y en las sierras En realidad el Hotel Edén es un reservorio de historias y leyendas entre las cuales el vínculo de sus dueños con el nazismo ha dado lugar a diversas interpretaciones. Los guías de las excursiones suelen relatar que los dueños Bruno y Walter Eichform tenían pensado ofrecer el hotel como el refugio para ocultar a Adolf Hitler tras el final de la Segunda Guerra Mundial. La simpatía de los propietarios del Edén por el Tercer Reich era tal que los discursos del führer eran captados por una antena de onda corta montada en el techo y transmitidos al resto del hotel por medio de ltoparlantes.
Murmullo de comensales en el salón vacío Algunas de las escenas del sensacional film de terror de Stanley Kubric, El Resplandor, muestran al desquiciado Jack Torrance, el personaje magistralmente interpretado por Jack Nicholson, sumirse paulatinamente en la locura entre el murmullo de comensales fantasmas que aparentemente desbordan el gran salón comedor vacío del enorme hotel que debe cuidar junto a su esposa y el pequeño hijo de ambos hasta la temporada siguiente.
Si bien el Edén de La Falda no es el hotel Overlook que la película de 1980 sitúa en Colorado, Estados Unidos, hay testigos que aseguran que en el centenario alojamiento cordobés de cien habitaciones, decenas de voces pueden percibirse a veces entre el ruido de las vajillas y el febril taconeo del ir y venir de los mozos. Personal que trabaja en el mantenimiento del edificio en La Falda precisó que en algunas oportunidades esos murmullos se escuchan nítidamente y en otras es apenas un susurro el que se filtra en los oídos de algún solitario empleado que debe cruzar esa gran sala desierta, por lo general, a paso acelerado.