En tiempos de climas variables, la pesca en el Río de la Plata varía al compás de los cambios de temperaturas y vientos. Esta vez, fuimos a pescar pejerreyes a un pesquero que hace rato no visitábamos de embarcados: Quilmes. Y lo hicimos ayer, para llevarles a nuestros lectores la nota mas fresca del periodismo gráfico argentino: usted está leyendo este relevamiento a menos de 24 horas desde que descendimos de la lancha.
A pocos minutos de Capital Federal, llegamos por autopista Buenos Aires La Plata bajando en el kilómetro 20 y tomando hacia el río. Al llegar al Pejerrey Club doblamos a la izquierda hasta el final de la calle, donde pasando Prefectura llegamos al Club Náutico Quilmes, epicentro de la movida náutica local. Desde allí parte un querido guía de la zona, Gustavo Almela, quien opera con un cómoda lancha tracker, donde cuatro pescadores pescan cómodos.
Tras el saludo de rigor y mientras nos pedía documentos para dar el correspondiente rol en Prefectura, Gustavo nos iba contando que la pesca estaba variable en función de los vaivenes climáticos, pero que en líneas generales estaban los cardúmenes recostados cerca de la costa.
El desafío pasaba por tentar a un pejerrey que en estos momentos empieza a fondearse por el frío, y a buscar en poco tiempo camas para el desove. Salimos entonces junto a dos amigos de Gustavo y nuestra pata gustavo Miranda, probando suerte frente al Pejerrey Club, donde tiramos dos anclas de capa y arrancamos un suave garete con viento este-noreste.
Pocos minutos después tendríamos la clave del día: estar bien atentos a que los pejes chicos no nos desplumen de carnadas y le den tiempo al grande a comer.
Así, cada uno con distintos formatos de boyas y colores a gusto del consumidor, fuimos izando pescaditos de 20 a 30 cm que no conformaban nuestras expectativas, pero sabíamos que en ese contexto iban a empezar a salir algunos buenos en cualquier momento.
El río estaba ideal, con suave marejada para oxigenar el agua y una temperatura agradable, pero los grandes se hacía desear y de yapa se habían activado unos soberbios bagres amarillos que ofrecían gran resistencia una vez clavados.
Pero al fin, Gustavo Almela pidió "copo" y cuando el peje terminó de hacerle bien la corrida lo clavó con maestría y arrimó un matunguito de 40 cm que le valió las felicitaciones del grupo.
Cambiamos de lugar en un par de ocasiones y se repitió la constante: mucho pejerrey chico, incluso con algunos dobletes, y ocasionalmente alguno bueno.
Lo bueno de éste pesquero es que al tener la pesca cerca no perdemos tiempo y disfrutamos toda la jornada pescando en lugar de hacer largas travesías náuticas como ocurre en zona Norte.
Y por estar ubicado hacia el sur, Quilmes es una ruta de paso para el pejerrey que vuelve del remonte, de modo tal que el período agosto -octubre suele ser muy rendidor. A tenerlo en cuenta para las vacaciones e incluso para armar un programa con los chicos, dado que esta situación de pescar cerca de la costa, tranquiliza a más de un padre que no quiere meter al pibe aguas adentro para prevenir algún mareo o descompensación.
Gustavo Almela es un tipo ameno, que ayuda al cliente a pasarla bien, un guía de 32 años que combina juventud con experiencia de una década en el agua sacando gente. Si los plateados colaboran, su matungo puede estar esperándolo muy cerquita de casa.