No regresó a ShowMatch debido a que espera despegarse del rótulo exclusivo de mujer fatal. Hoy estrena en teatro Postparto, obra con la cual comienza una nueva etapa. “Quiero empezar de cero”, dice
Por LULY VITCOP Victoria Onetto es un caso casi único en el medio artístico. Ingresó como actriz y en el camino le acopló su faceta de femme fatale. Nunca dejó de ser sexy y tampoco actriz. Separar estas dos virtudes en Onetto es imposible. Se sabe que muchas mujeres tienen como carta de presentación el lado sensual y después, con el tiempo, algunas pocas incursionan el camino de la actuación. Onetto es quien le puso la diferencia al desnudo en sus diferentes formatos. No basta con un buen “lomo”. A Onetto la llaman cuando hay que mostrar el cuerpo, pero con la interpretación de un personaje detrás, que no es lo mismo a un simple desnudo. Sin embargo, la actriz, al borde de los 40, madre de Eva, de 3 años, sostiene: “Quiero empezar de cero. Lo de sexy ya fue. Yo siento que estoy en un renacer en mi carrera”. Pese a la insistencia de la producción de Marcelo Tinelli, Onetto no quiso repetir este año su participación en Bailando por un Sueño. Había aceptado el desafío en 2007. Un año antes se había desnudado para una osada tapa para la revista Playboy. Hoy su faceta de femme fatal la quiere relegar: “Tengo límites. Como mujer me gusta que los papeles que me predisponen, los que tengan algo que ver con lo que me está pasando en mi vida personal”. Hoy a las 18 en el Teatro El Nudo (Corrientes 1551), Onetto estrena la obra Postparto (Nadie te Dijo que tener un Hijo iba a ser Así) junto a Laura Azcurra y Silvina Bosco. Ella se pone en la piel de Soledad, una mujer que acaba de tener a su segundo hijo y cuyo carácter tiende a las depresiones. Azcurra es una arquitecta exitosa que decide ser madre soltera, y Bosco carga sobre sí una historia de abusos. Las tres acaban de ser madres en la pieza (y en la vida real, las tres son primerizas). Sin desnudo mediante, Onetto con la obra apunta a tirar abajo una serie de tabúes sobre la maternidad. Mujer orquesta -¿Cómo te llegó esta propuesta? -El año pasado me encontré con Laura Azcurra en el Festival Internacional de Cine en Mar del Plata y allí ella me comentó el texto de la obra. Al principio fue un poco duro porque cuando leés el guión se dicen cosas duras que pueden caer muy feo. Pero lo que más me gustó de la idea es que del tema poco y nada se habla del primer año de la maternidad. En los finales de las películas y de las telenovelas terminan que fueron felices y tuvieron hijos. Y la maternidad para la mujer es un shock, un cimbronazo. Es un cambio importante. -¿Qué te pasó cuando nació tu hija Eva? -Con la maternidad la mujer se corre de su eje central. Deja de ser protagonista. En la sociedad moderna la mujer tiene que ser esposa, hija, hermana, con una profesión. ¿Cómo se combina todo esto cuando el rol de madre suplanta al de la mujer? El primer año a tu marido no le das ni cinco de pelota. Yo durante los primeros tres meses me la pasaba todos los días llorando. Entendí que no estaba loca. En el primer año la mujer es una zombie porque lo único que hace es dormir y dar la teta. No es como te lo cuentan en las películas. En la obra se habla de todo lo que siente y le ocurre a la mujer, justamente, en el postparto. -¿Cuál es tu balance? -Recontra positivo. En mi caso, la nena fue buscada, deseada. Es un regalo del cielo. Yo lo siento como un espejo de mí misma, pero no todo es de color de rosa. El vínculo de unión es muy fuerte porque durante nueve meses llevás en tu cuerpo dos corazones. En el momento de la maternidad no se le puede pedir otra cosa a la mujer. Porque trascartón vienen las exigencias, bueno y ahora laburá y después tenés que ser sexy. ¡Y todo no se puede! La verdad es que necesitaríamos un año sabático para adaptarnos a todo. -¿Llegaste a decir en algún momento que odiabas al bebé? -Con la maternidad se renueva la relación con el bebé y el marido. Cuando nació Eva yo no podía despegarme de mi hija. Un día tuve que salir a hacer un trámite y tenía taquicardia, me transpiraban las manos. En mi caso, mi marido me bancó en todas. Se pierde intimidad, las salidas. Pero con el tiempo todo se va recuperando. Pero en el momento, se vive como una pérdida. ¿Cómo una madre puede tener pensamientos feos? Pero, hay que entender que son cosas que pasan. Es muy normal y está bueno poder hablarlas. Cuando una es madre se hace visible, si no somos invisibles. Ser mamá es una carta de presentación porque se la ve como más mujer.

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