La intérprete que atraviesa la enriquecedora experiencia de hacer teatro junto a su hija Julieta Bal dice que la tragedia del cómico fue una bisagra en su vida y detalla cuánto trabajó para correrse del lugar en que estaba encasillada
Silvia Pérez reconoce que su vida y su carrera dieron un vuelco en los últimos años y para demostrarlo acaba de subirse al escenario del Auditorio Hugo del Carril de la Unión Obrera de la Construcción de la República Argentina (UOCRA), para volver a protagonizar El Ultimo Pasaje, obra escrita por Marisé Monteiro y dirigida por Roxana Randón, con la que se presenta con entrada libre y gratuita todos los sábados de julio. Pero el desafío es aún mayor, ya que lo hace acompañada de su hija, Julieta Bal, lo que, cuenta, “es un ejercicio de crecimiento para las dos”. “El Ultimo Pasaje fue mi primera experiencia como productora en 2007, cuando la presentamos en la calle Corrientes. Después la hicimos en plazas auspiciadas por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y ahora volvemos al teatro”, explica la actriz. En pareja desde hace cinco meses con Federico Di Pasquale, un joven de 38 años ajeno al ambiente, habla del “Negro” Alberto Olmedo, de la bisagra que su muerte representó para ella, de sus viajes a la India y su trabajo espiritual. -¿Qué te atrajo de la obra? -Que los personajes de Julieta y el mío son aparentemente muy diferentes, pero que se encuentran en el lugar de darse cuenta de lo difícil que es poder ser uno mismo. -¿A vos también te costó llegar a ser vos misma? -Para mí lo fundamental es poder crecer como persona, poder ser mejor cada día. Para eso hago un gran trabajo espiritual y hace 23 años que medito, hago yoga y busco transmitir la importancia del valor del amor. Por eso de mi hija sólo espero que sea buena persona, más allá de los logros materiales. -¿Cuántas veces fuiste a la India? -Doce veces, y cada vez que lo hago la experiencia me sigue pareciendo increíble. -Varias veces dijiste que fue a partir de la muerte de Olmedo que empezaste a buscar un cambio para tu vida... -Es que fue así, como una bisagra en mi vida. A partir de su muerte me enfrenté a un cuestionamiento muy grande, lo que me llevó a empezar a indagarme interiormente, porque comprendí que somos más que un cuerpo. La búsqueda me llevó mucho tiempo. En el momento que Alberto murió, me sentí perdida. Venía de un gran éxito, de ser una “chica Olmedo” y no me cuestionaba nada. Pero una tragedia tan terrible me llevó a replantearme la vida, porque él lo tenía todo y, sin embargo, no era feliz. La vida y el éxito le pasaron por encima. -¿Fue ese cambio en tu vida lo que produjo un vuelco también en tu carrera? -Totalmente. Se trata de una unidad que se integra ante un cambio tan grande. Durante mucho tiempo estuve enojada con el medio, porque sentí que me estigmatizaban por haber sido una “chica Olmedo”. Por eso empecé a trabajar desde adentro hacia afuera y me pude correr de la Silvia Pérez que todos conocían. ¿Te costó mucho esfuerzo llegar a lo que sos hoy? -Totalmente, porque es importante el esfuerzo y el trabajo que se haga sobre uno mismo. La vida me dio la oportunidad maravillosa de darme cuenta, la peleé la luché y creo que no me equivoqué de camino. -¿Podrías contar algo de tus encuentros con Sai Baba? -Sai Baba fue determinante en mi búsqueda interior. Cuando lo vi por primera vez me quedé paralizada, es algo difícil de describir con palabras... Para mí es la encarnación de la divinidad y su palabra es la de Dios. El fue el puntapié inicial hacia un camino que aún sigo. Fue quien me vaticinó que iba a volver a trabajar y no estaba equivocado. Actuar en la India -¿Cómo fue la experiencia de hacer una obra de teatro en la India? -Increíble, como todo lo que me pasa cada vez que voy allá. También escribí un libro sobre Sai Baba y trabajo en su organización dando seminarios sobre valores humanos en toda Latinoamérica. Pero retomar mi carrera en mi país siguió siendo una asignatura pendiente y creo que ahora pude encontrar mi eje, especialmente después de la película Encarnación. -¿Todavía hay cosas que te angustian? -Vivo lo que pasa en el país, la incertidumbre, la inseguridad... No veo apertura, pero tengo fe porque creo que todos tenemos aptitudes para generar preguntas y ver el mundo desde otro lugar. Creo que en vez de pelearnos con el gobierno tenemos que generar un cambio del individuo hacia la familia, y desde ésta hacia la Nación. Por supuesto que me angustian cosas como la droga y la injusticia social, pero llorando no hacemos nada. Es necesario que el cambio venga desde el interior de cada uno de nosotros y que haya más comunicación con los chicos para que puedan aprender a crecer siendo mejores personas. -¿Seguís en pareja? -No soy de hablar mucho sobre mi vida privada, porque soy más bien de perfil bajo. Pero hace cinco meses que estoy con Federico y me siento muy bien y muy feliz. Hacía mucho tiempo que estaba sola... -También estás haciendo un éxito como Botineras... -Estar en la tira es muy bueno porque Ethel, mi personaje, es una madre completamente diferente a como soy en la vida. Además, hacemos una buena conjunción con Isabel Macedo y nos llevamos muy bien. Este es un buen año para mí.

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