El guitarrista del Indio Solari presenta su propia banda, La Mono, en la nueva edición del emblemático BA Rock. En un mano a mano con DIARIO POPULAR, habló de su presente, su salida de Las Manos de Filippi y el trágico recital de Olavarría. Y, de yapa, ¡un acusticazo exclusivo!

Además de ser un eximio guitarrista, Gaspar Benegas tiene mucho para contar. Con una larga y envidiable trayectoria, el violero que saltó a la fama por ser uno de los encargados de las seis cuerdas (junto a Baltasar Comotto) en Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado, la banda del Indio Solari, formó parte de grandes bandas como Las Manos de Filippi y el grupo de culto Asado Violento, y hasta tocó con artistas masivos como Juanes y Alfredo Casero en la época de su exitazo “Shima Uta”.

De cara a la presentación de La Mono, la banda que formó junto al baterista Ramiro López Naguil y el bajista Lucas Argomedo, en la nueva edición del emblemático festival BA Rock, Benegas visitó la redacción de DIARIO POPULAR. Habló de todo y, secundado por Argomedo en chelo, brindó un show acústico exclusivo, en el que interpretó un tema propio y un clásico de la carrera solista del ex cantante de Patricio Rey y Sus Redonditos de Ricota.

La Mono | Pabellón Séptimo (Indio Solari)

La Mono | Pabellón Séptimo (Indio Solari)

¿Cómo surgió el proyecto de La Mono Trío?

—Gaspar Benegas: El motor principal fui yo, que convoqué a Ramiro López Naguil, que es el baterista y un amigo mío de toda la vida. Con él tocamos en montones de bandas y grabamos discos, pero nunca habíamos tenido un proyecto juntos arrancando desde cero. Enseguida empezamos con batería y guitarra, como si fuéramos los White Stripes (risas), y se ve que nos faltó talento, así que tuvimos que convocar un bajista. Ahí fue que sumamos a Lucas, que también era amigo. Lucas, al ser cellista, tiene un concepto melódico que nos hace muy bien a la hora de componer en grupo. Y Ramiro es el mejor baterista del planeta. Interpreta todo lo que voy a tocar sin que lo toque.

—Me pareció que el disco “Experimento” tiene un sonido pesado, medio grunge, medio alternativo. ¿Están de acuerdo? ¿Cómo definirían el sonido de la banda?

—GB: Una cosa que pasa es que en esta búsqueda de identidad de la banda, nosotros tocamos la música que nos salió, y, generacionalmente, nos formamos en los noventa escuchando todas esas bandas alternativas. Es lo que nos formó en nuestra adolescencia. Por ahí son cosas pasadísimas de moda, pero cuando hicimos la banda no pensamos en el estilo y esto fue lo que mejor nos sonó. Por más que el sonido pueda tener un aire a la música yanqui de los noventa, en sí no veo que se parezca a ninguna banda en particular. La Mono tiene una identidad que la logramos gracias a nuestras influencias diversas.

—¿Cómo fue el trabajo de componer todo un repertorio propio?

—GB: La música nos salió muy fácil. Nos juntamos, lo disfrutamos y al toque nos gustaba lo que sonaba. El trabajo de poner las voces fue posterior a eso. Nosotros empezamos el proceso del disco sin tener las letras, que fueron saliendo después en conjunto.

—Al ser tu primera experiencia como cantante, ¿tuviste algún trabajo especial con la voz? ¿La música se acomodó a tu registro o fue al revés?

—GB: El disco se llama “Experimento” porque fue justamente eso. Nunca había cantado una canción entera, yo sólo hacía coros en las bandas donde participaba. No sé cuál es mi registro, ni tampoco tengo técnica vocal. Lo que puedo decir es que me gusta cuando escucho mi voz.

— Lucas Argomedo: Cuando empezamos a tocar, al toque nos dimos cuenta de que necesitábamos un cantante, porque la música lo pedía. Y cuando escuchamos los primeros bocetos que mandó Gaspar flasheamos. ¡La fuerza con la que salió! Ya era todo un cantante, desde la primera hora.

gaspar benegas

—Muchos guitarristas que se animan a cantar con el tiempo suelen tener rasgos en común con los cantantes con quienes compartieron escenario. ¿Le pasa a Gaspar?

—LA: Escuché mucha gente que dijo que cantaba parecido al Indio, pero yo no la encontré esa similitud. Su voz me pareció muy auténtica desde el principio, me quedé muy impregnado a eso. Es una voz única, que si tuviera que compararla con alguna otra estaría forzando la comparación.

—¿Es diferente la emoción de tocar en vivo canciones de una banda conformada por ustedes?

—GB: Sí. Para mí es como volver a sentir una emoción y unos nervios que ya los tenía olvidados. Cuando uno toca mucho, sabe lo que hace, conoce el instrumento y está ensayado, se hace fácil. Un show del Indio me cuesta por enfrentar a esa cantidad de gente impresionante; pero la música, no. Capaz estás nervioso en el antes pero después la música fluye y la tocás tranquilo. Ahora es volver a salir a un escenario y enfrentarlo como frontman, y a mí me hace sentir vivo.

—Estuviste en el BA Rock ‘82 como público y ahora vas a estar en esta reedición como artista. ¿Te genera algo particular?

—GB: Fui a ese BA Rock porque tocaron mi madre y mi tío (NdR: María José Cantilo y Miguel Cantilo). Ahí anduve corriendo por los pasillos. Me acuerdo que a Celeste Carballo le tiraron un monedazo en la cara. Esperemos que ahora que va a volver estar no se repita (risas).

—LA: Por favor, cuidemos a Celeste.

—GB: Después de Celeste tenía que subir mi mamá, y yo pensaba “la van a matar”.

—¿Qué les genera que vuelva un festival que fue tan emblemático y que los hayan convocado?

—GB: ¡Está buenísimo! Como la banda es nuevísima, en muchas fechas que hacemos los productores nos mencionan como “Gaspar Benegas, guitarrista del Indio, ex cantante de Los Redonditos de Ricota presenta su banda” (risas), y está es la primera vez que dice en grande “La Mono Trío”, que es lo que buscamos nosotros.

La Mono | De tu mano

La Mono | De tu mano

—¿Cómo fue la crianza dentro de una familia de artistas en el Bolsón?

—GB: Estuvo buenísimo, pero no fue rodeado de música. Vivíamos en el campo, era como un viaje en el tiempo. Se ve que muchos hippies buscaban aislarse de la sociedad… Hay veces que lo recrimino, porque era como una burbuja. Jamás me hablaron de política, por ejemplo. Andaba en carreta, a caballo… Era como la familia Ingalls. Después de un tiempo viajé a Buenos Aires y me di cuenta de que había otra realidad. Mi vieja grabó su primer disco, donde tocó David Lebón y los hermanos Fattoruso. Yo iba a los estudios y veía las sesiones de grabación. Ahí fue cuando decidí que quería ser músico.

—Tu primera banda fue con Tayda Lebón. ¿Cómo era ser jóvenes músicos con la carga familiar del apellido?

—GB: Es una carga, hay que tener mucho temple para poder “ser hijo de”. El ejemplo que veo es el de Dante Spinetta, que siendo hijo del Flaco hace una música completamente distinta. Hace lo que quiere, le va bien y lo lleva adelante, y no todos pueden hacer eso. Cuando hicimos la banda se había juntado Serú Girán y a Tayda le faltaba esa convicción para zafar de ser “el hijo de”. Quedó un disco buenísimo que se llamó “Guruta” y era algo parecido a La Mono.

—¿Es difícil ser productor de los discos de Valentina Cooke, tu pareja desde hace 20 años?

—GB: No, porque en general al artista le dejo hacer lo que quiera, me pongo al servicio de su obra. Y con Valentina funciona a la perfección. Hay otros artistas a los que tenés que ayudarlos o intervenir más, pero Valentina resuelve las canciones, hace programaciones y tiene muy claro lo que quiere.

—¿Qué te genera ver a tu hijo Karim en un escenario?

—GB: Ahora está tocando con Rowek y sé que la está rompiendo, pero tengo que ir a verlo todavía. Igual lo vi con su banda, que está buenísima y se llama BioMental. Me parece hasta natural que la rompa, no me llama la atención (risas). Yo lo vi desde muy chico rompiéndola con la guitarra, entonces está bien que tenga 19 años y que esté tocando con Gustavo Rowek y Sergio Berdichevsky, dos próceres del Heavy Metal. Llega un punto en el cual, cuando sos músico, dejás de glorificar a los músicos, así que me pasó de verlo con normalidad. Me llena de orgullo porque toca bien. Igual que no toque mucho porque le vamos a martillar los dedos (risas).

—¿Cómo llegás a formar parte de Asado Violento?

—GB: Muchas veces me tocó entrar en bandas para reemplazar a alguien, y en Asado Violento me pasó tener que entrar a reemplazar a Naspid Franzapan, que era como la mitad de la banda. Tuve que bancarme que la gente pidiera por él cuando recién salía (risas). Estuve cinco años en Asado y aprendí un montón, me formó muchísimo.

—Tocaste en varias bandas con improntas muy diferentes. ¿Cuánto te comprometiste con la identidad de cada una?

—GB: Las bandas son relaciones complicadas. Hay gente que confunde y piensa que es como si fuera una relación amorosa de muchas personas, pero el compromiso de uno es con la música. Vos no necesitás ser amigo de alguien para hacer música. En cada proyecto donde me toca estar yo me comprometo al cien por cien. Y cuando no pude dar el cien por cien, como con Las Manos de Filippi, por ejemplo, preferí dar un paso al costado.

—¿Cuándo te diste cuenta de que no podías estar dividiéndote entre tres bandas?

—GB: Este proyecto de La Mono requiere no sólo tocar y hacer música. Hoy en día, a las bandas nos toca ser independientes, te guste o no. Entonces, además de tocar tenés que saber manejar una banda, manejar las reuniones, las notas… Este proyecto requería mucha energía y entonces decidí levantar el pie del acelerador un poco por los otros lados.

—¿Por qué elegiste abandonar Las Manos de Filippi y no la banda del Indio?

—GB: Porque Los Fundamentalistas tocan una vez al año y Las Manos todos los fines de semana. De hecho, dejo la banda porque yo no sé si quiero tocar todos los fines de semana. Prefiero tocar poco y concentrar la energía en un concierto a meter giras y tocar mucho. No me daba la energía, lo hice durante mucho tiempo y te quema. Las Manos es una bestia que no para nunca y el motor detrás de eso es el Cabra (NdR: Hernán De Vega, cantante y líder), que tiene toda la energía.

—¿Cada cuánto sería lo ideal para tocar?

—GB: Una vez cada dos meses para mí está bien.

—LA: Estamos hablando de estadios (risas).

—GB: Para equilibrar, ahora estamos llevando la banda a todos lados, y si tenemos que hacer gira de cuatro fechas seguidas lo vamos a hacer. Si hay que meter las patas en el barro lo vamos a hacer. Hasta la rodilla, ya hasta la cintura no (risas).

—¿Qué sentías cuando un fin de semana estabas con Las Manos cantando “hay que matar a la presidenta” y al otro con el Indio que festejaba “tener un Gobierno con cojones”?

—GB: La expresión de Las Manos en las canciones es superadora. A veces pueden tirar nombres de políticos del momento, lo cual a veces es un problema, porque, no sé, hacías un chiste de Pino Solanas, capaz que dos meses después ya el chiste había pasado o perdía la gracia. Entonces, eso de hacer temas tan coyunturales era medio jodido, porque cuando terminabas el disco muchos de esos temas ya habían pasado. Pero creo que es un mensaje superador el que tiene la banda, más como una especie de exclamación popular. “Hay que matar al presidente” no significa matar puntualmente a un presidente en particular. Es una expresión artística, y que la van a cantar con el presidente que venga. La cantamos hasta en Honduras, con el presidente de facto, y la gente no lo podía creer. Decían “estos son unos suicidas” (risas). Y en cuanto al Indio, él habla por él, y creo que cuando habló de esas cosas lo hizo en entrevistas. Por mi lado, yo en ninguna banda participé desde un lado partidario. De hecho, con La Manos renegaba bastante con el Partido Obrero al principio. Después me entregué (risas). Pero al principio no quería tocar con banderas. Yo decía “está bien, vamos a tocar a esa facultad, pero sacame las banderas políticas del fondo”. Medio 2 Minutos lo mío (risas). Y después dije “bueno, sí, está bien”. Me entregué con todo. Igual, siempre toqué en recitales en el marco de alguna causa con la que estoy de acuerdo. Y en ese caso, no tiene que ver tanto con una cuestión partidaria. Vos vas a tocar para que el festival tenga convocatoria y la gente se junte a ver un recital y a debatir algún tema, como el gatillo fácil por ejemplo. Por eso, para mí no tiene nada que ver la música. Si bien todo es político, para mí la música es un escape de toda la realidad. Para mí siempre lo fue. Y trato de que cuando toco en un concierto la gente se olvide de todo y sienta lo que pasa en la música. Y si lo disfrutan como lo disfrutamos nosotros, está todo pago.

Entrevista | Gaspar Benegas

¿Y el tema de Las Manos de Cristina?

GB: No habla mal de Cristina. Habla de los fanáticos de Cristina, que no veían todo lo que pasaba alrededor porque estaban obnubilados por un discurso. Ni siquiera se lo tomaron mal los kirchneristas. Es un tema sarcástico. De hecho, en YouTube muchos comentarios tiran como que somos kirchneristas, tipo “estos kirchneristas de mierda” (risas). El Cabra siempre encuentra una forma irónica de hablar de las cosas, hasta de las más jodidas.

—Volviendo al Indio, contame un poco cómo es el mundo en torno a él. Porque tengo entendido que a vos te avisan de los ensayos y shows de un día para el otro, además de que se maneja todo con mucha reserva y misterio…

—GB: No te puedo decir nada (risas). A mi entender, el Indio es un genio que tomó una decisión de recluirse y aislarse de un montón de cosas, para vivir una vida normal. A pesar de que por ahí no puede ni salir, él hace una vida normal familiar, que otros artistas no pueden llevar. La fama te fuma como un pucho, te arruina, y no todo el mundo tiene el carácter para soportar el peso de la fama. Por eso se recluyó y se volvió medio hermético, pero me parece que es una forma que él encontró para poder hacer una vida normal. Él es una persona normal, que vive una vida familiar normal. No tiene gente chupándole las medias ni ofreciéndole cosas. Y creo que, en ese sentido, la hizo bien. Después, el proyecto es así porque es así. Se toca poco, no se sabe mucho las cosas y siempre fue así, porque el núcleo es muy cerrado: son el Indio y su manager quienes toman las decisiones y las informan cuando las tienen que informar. A veces uno quisiera tener más participación y saber más cosas, pero no es así. ¡Capaz que ahora se está hablando de un show y yo ni enterado!

—¿Te pasó alguna vez que tuvieras que abandonar un compromiso asumido o algo importante que tenías programado porque te llamaron para un show del Indio con poca anticipación?

—GB: En realidad, siempre lo estoy esperando. Siempre estoy ansioso de que pase. Si ahora sale un show del indio, si bien estoy ensayando con mi banda a full y estoy re feliz, obviamente voy a tener que hacer un parate y meterme a ensayar con el Indio, porque es lo más importante que me pasó tocando la guitarra en mi vida. Nunca me pareció una incomodidad. Siempre me pareció buenísimo tener que dejar todo para meterme a tocar con el Indio. Aparte, prepararse dos meses para un concierto es algo que está buenísimo poder hacerlo; lo hacen sólo los más grandes. Meterse en un proyecto musical y un repertorio y estar todos los días, todo el día, para eso es muy profesional, y como debería ser siempre. Pero no siempre se puede (risas).

—¿Creés que Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado pueden tener vida más allá del Indio?

—GB: El Indio lo dijo un par de veces, y nos dice que tenemos que tocar, pero la verdad que yo no le veo mucho sentido. Igual, es algo de lo que se habla siempre. A mí no me llama mucho. Tocar las canciones del Indio sin el Indio es difícil.

—Teniendo en cuenta el hermetismo del Indio del que hablabas y el halo de misterio en torno a él, ¿tenés alguna anécdota que lo humanice?

GB: Yo creo que él mismo está cada vez más humanizado. El hecho de estar haciendo una autobiografía y todas sus expresiones políticas a favor o en contra de algo dan cuenta de eso, porque es algo que antes no hacía y demuestran que es humano. La entrevista que hizo con Pergolini para “Tsunami”… Ahí se lo ve perfectamente como es. Te das cuenta de que es humano porque cada vez que termina de decir algo emocionante se pone a llorar. Te das cuenta del grado de sensibilidad que maneja.

—Ahora que pasaron unos meses, ¿qué reflexión hacés acerca del último recital del Indio en Olavarría?

—GB: Es difícil hacer una reflexión, porque por más que pase el tiempo el recital ese fue un misterio para mí, porque no tengo idea de lo que fue, salvo por lo que me contaron mis invitados, que lo vivieron con normalidad. Obviamente la gravedad de que haya dos personas que fallecieron ahí no es común. Pero en un momento se agrandó a un nivel que… Nada, te hace ver como que tocaste en Kosovo. Y como yo no viví eso, y conozco personas que trabajaron en seguridad que no lo vivieron, y mis cuarenta invitados que fueron, entre ellos mis hijos, mi mujer, mis hermanos que vienen de Bolsón y que la pasaron bien… Tengo estas cosas encontradas, de una experiencia mala y una experiencia buena. Entonces, no sé, no puedo ponerme de ningún lado. Sólo puedo compadecerme con las familias de las personas que fallecieron en el concierto. Tampoco tengo ni idea de las causas, entonces es muy difícil… Pero bueno, tocar en un show en el que hubo dos muertos es la primera vez que me pasa…

—¿Creés que van a volver a tocar con el Indio y los Fundamentalistas?

—GB: Yo quisiera que vuelva a tocar el Indio. No tengo ni idea si va a volver a tocar, porque no sé si alguien se atrevería a hacer un recital del Indio, con la cantidad de gente que lleva. Pero estoy seguro de que haciendo las cosas bien organizadas, y con ese público que realmente se respeta y se cuida mucho, se podría hacer tranquilamente un recital. Ojalá que se dé.

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