Los investigadores aún tienen muchas preguntas sin responder. Pero los próximos días serán vitales, ya que el juez Javier Ríos y la fiscal Paula Azaro recibirán la primera tanda de informes periciales.
Este lunes se cumplirán dos semanas del asesinato de la adolescente Ángeles Rawson (16) y la investigación aún tiene demasiadas preguntas sin responder como para afirmar que es inminente un esclarecimiento total del misterio. De todas maneras, esta semana será vital para la pesquisa, puesto que el juez de la causa Javier Ríos y la fiscal María Paula Azaro recibirán la primera tanda de informes periciales que podrían esclarecer muchos interrogantes.

Jorge Néstor Mangeri
(45) sigue alojado en el Módulo 1 del Complejo Carcelario de Ezeiza, acusado de ser el autor material del brutal asesinato. El sábado habló, finalmente, con su abogado Miguel Ángel Pierri, a quien le habría dicho que es inocente. O al menos así lo informó el letrado. Pierri, con mucha experiencia en este tipo de casos complejos, lo que hizo fue enviar la pelota al campo de los investigadores: no lo hará declarar por ahora, esperará que el juez le muestre qué tiene y qué prueba han reunido para, de ahí en más, analizar los pasos a seguir.

Lo que sí hará Pierri es, finalmente, denunciar lo que le contó Mangeri: que fue amenazado por tres policías para que confesara la autoría del crimen. También pedirá que se investigue lo que la familia del portero viene pregonando: que fue secuestrado y torturado por una patota parapolicial el jueves 13 de junio pasado, a pocos metros del edificio de Ravignani 2360. Cabe aclarar que, en principio, en la justicia mucho no creyeron estas afirmaciones; es más, la fiscal Azaro sostuvo en el pedido de detención que las supuestas lesiones de torturas en rigor podrían haber sido autoprovocadas para ocultar lesiones de defensa de la adolescente, tal como lo informó el médico de la División Medicina Legal de la Federal que revisó al acusado.

¿Cómo murió la nena? ¿El crimen pudo haber sido cometido por una persona sola? Esas preguntas, en parte, fueron respondidas por el propio cuerpo de la víctima.

Un destacado forense, que tuvo acceso a la autopsia, reveló en diálogo con DIARIO POPULAR, los siguientes detalles: la menor tenía lesiones vitales en el cuello, provocadas por maniobras asfícticas manuales y lesiones en los labios y en la nariz, lo que evidencia que el asesino luego de apretarle fuerte el cuello, le presionó el rostro para que no respirara. También recibió varios golpes muy violentos en la cabeza. A estas heridas, hay que sumarle hematomas en la cara interna de los muslos.

"Las lesiones en los muslos significan que la menor resistió un ataque sexual. Y la asfixia mecánica, en muchos casos que hemos visto, es una maniobra muy utilizada por este tipo de asesino sexual", dijo la fuente. También aclaró que la menor no fue violada, posiblemente porque el homicida la golpeó y estranguló tan violentamente mientras la víctima se resistía que le sobrevino un paro cardíaco antes de que el cruel asesino pudiese consumar el ataque.

El médico a cargo de la autopsia, Héctor Konopka, informó a la fiscal Azaro que la muerte de la menor fue provocada por traumatismos múltiples provocados cuando la menor, aún moribunda y maniatada dentro de una bolsa de consorcio, fue arrojada y compactada dentro del camión recolector de residuos. Sin embargo, otro forense, que tuvo acceso a la autopsia, dijo que las lesiones vitales del ataque por sí solas pudieron haberle causado la muerte a la chica, debido a la ferocidad de la agresión.

Si bien cuando declaró como testigo ante la fiscal Azaro, el ahora detenido Mangeri dijo que había sido él el autor del crimen ("soy el responsable de lo de Ravignani 2360; fui yo"), esa confesión podría no tener valor en la causa, debido a que no fue en el marco de una indagatoria. Además, a juzgar por lo que anticipó el defensor Pierri, es muy probable que el portero ahora diga que no dijo esa frase. Por esa razón, los investigadores saben que deberán encontrar otras evidencias.

Ya saben, al menos sospechan, que la menor regresó de la clase de gimnasia minutos antes de las 10, que por una cámara instalada en el edificio vecino ella pudo haber ingresado al hall, pero nunca ingresó a su departamento, ubicado en la planta baja. La empleada de la familia, Dominga Torres, declaró que ella estaba cocinando y no escuchó nada raro, mientras que el hermanastro de la menor estaba durmiendo.

En el edificio, a esa hora, se encontraba el portero Mangeri, quien estuvo solo por un lapso de 9 horas según se pudo determinar. Además, era quien manejaba y conocía cómo se extraía la basura del edificio y en la puerta tenía estacionado su auto Renault Megane, por lo que creen que pudo haber cargado al cadáver en el baúl para luego llevarlo a un contenedor del barrio. Mientras que bolsas de residuos similares, como las usadas para envolver el cadáver, fueron halladas en el sótano del edificio, lugar al que tenía acceso casi exclusivo el portero acusado.

Ahora, los policías de la División Homicidios de la Federal se encuentran buscando cámaras de seguridad que pudieron haber registrado el trayecto del auto. También esperan el informe telefónico del celular del acusado, para saber si salió del edificio, los horarios y los lugares por donde estuvo, además de averiguar con quiénes habló ese mediodía. Especialmente están centrados en determinar quién pudo haber arrojado la libreta de comunicaciones de la menor en Balbín y General Paz, donde la encontraron dos días después del crimen.

Si bien, como se dijo, la causa por ahora no está cerrada, la semana que comienza será clave para saber qué pudo haber ocurrido y si, efectivamente, el portero pudo haber sido el asesino de Angeles. Las cámaras de seguridad, los teléfonos, y los estudios de ADN que se están haciendo con evidencias halladas tanto en el cadáver como en el auto de Mangeri y unos cabellos que encontraron en el sótano podrían responder mucho de lo que aún se desconoce.

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