En el Vaticano ya están los que se atreven a hacer comparaciones con otros Papas, mientras que otro grupo prefiere un perfil de Bergoglio juntando lo mejor de Juan Pablo II y hasta de Benedicto XVI.
El papa Francisco ha regado de gestos espontáneos y mensajes cortos y sencillos el inicio de su pontificado. Pero en los próximos días se enfrenta a varias citas que determinarán el carisma de su figura.
"Tiene el tono del párroco más que el del profesor", dijo el español Diego Contreras, profesor de Comunicación de la Pontifica Universidad de la Santa Cruz en Roma. "Francisco mezcla el gusto por los gestos de Juan Pablo II con la lucidez de palabra de Benedicto XVI, pero sobre todo de una palabra viva, improvisada", añadió.
En Roma cada paso del papa se desmenuza al detalle. Argentino de nacimiento, los expertos advierten una familiaridad en el trato de un hombre prácticamente desconocido para los italianos y los europeos en general.
En las próximas dos semanas Francisco, de 76 años, va a estar sobreexpuesto. Hoy recibirá a la prensa en una audiencia que suele dar una idea de cómo puede ser su trato con los medios de comunicación.
Mañana rezará su primer Angelus en la Plaza de San Pedro y el martes celebrará su misa de entronización papal, a la que asistirán jefes de Estado de todo el mundo y decenas de miles de fieles. Después de unos días de tregua, presidirá el comienzo de la Semana Santa católica el 24 de marzo, domingo de ramos.
"El papa va a estar en primer plano y tendremos oportunidad de ver ese carisma", comentó Contreras. "Habrá que ver sus gestos y la sustancia de sus palabras, el contenido".
"En un mundo en el que la gente está haciendo mil cosas al mismo tiempo, es muy importante saber captar la atención", agregó. Y hasta el momento, lo ha conseguido.
Para empezar, su italiano es más fluido que el de los dos anteriores pontífices, lo que le permite una cierta espontaneidad en su comunicación. La elección de Francisco, en referencia al santo pobre San Francisco de Asís, ya era una declaración de intenciones. Sus primeras dos palabras al mundo desde el balcón de la basílica de San Pedro fueron "buenas tardes".
A los cardenales, por ejemplo, les llama "hermanos" y no "señores cardenales", como manda la tradición católica. Viajó a la residencia que le había alojado en los días previos al cónclave para saludar al personal y pagar la cuenta.