Señor director:

No se puede creer, pero sí se puede creer. Hace años en Estados Unidos, se quiso reducir el consumo de alcohol. Entonces los sabios políticos, crearon una ley que fue conocida como la Ley Seca. Los resultados son sabidos, pero los recordamos. La demanda quiso seguir tomando y se fue a un mercado ilegal. Este estaba manejado por ciertas personas inescrupulosas que solo destilaban algo llamado whisky. Las fortunas se transfirieron de los pequeños consumidores a pocos bolsillos de mafiosos. La gente quería envenenarse y cualquier cosa le venía bien. Cuando los políticos vieron que con balas y cárcel no solucionaban nada, la levantaron y nuevamente el consumo se regularizó. Con el control de Bromatología y con IRS (AFIP) se vendió cosas que eran venenos, pero la gente lo quería. ¿No ven que lo mismo sucede con la droga? Los ciudadanos quieren consumir y recurren a los traficantes ilegales. Las fortunas se transfieren de la misma forma que en la Ley Seca. Ya el Estado respalda la venta de alcohol, tabaco, sexo y estimulantes. ¿Cuál es la diferencia con la droga? Sigue siendo veneno. Ya no se consigue soda caústica ni químicos para destapar cañerías. Se usan para destilar y estirar la droga. ¿No es peor el remedio que la enfermedad?

Andrés B. Beaver

DNI 837.742

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