Señor director:
Muchas veces no podemos determinar lo que sentimos si se trata de algo para la risa, para la rabia, para la indignación o para el asco total. ¿Por qué esa tremenda diferenciación entre un acontecimiento y otro, según donde sea, a quien le suceda y/o quien sea el protagonista? Hoy, hasta nos sale por los poros, de tanta información de los destrozos y víctimas que trae un fenómeno climático. Un huracán en su recorrido ha castigado a varios países muy pobres. Las otras noticias se han relegado.
Es como una tapadera para que no se sepa de esos otros acontecimientos. Mientras se nos distrae con el huracán, Israel sigue expandiendo sus asentamientos ilegales. ¿Qué ha pasado con la economía helénica? Un yate, conducido por mujeres, que sólo transportaba ayuda para los habitantes de la franja de Gaza, fue interceptado y secuestrado en aguas internacionales por la marina hebrea. En Afganistán continúa una feroz guerra, lo mismo que en Siria. ¿Son los desplazamientos de norafricanos, sirios y vecinos, con sus ahogados, menos importantes que los daños y muertos que ocurren en Estados Unidos, por el fenómeno climático? Necesitamos más ecuanimidad, ¿o hay intereses ocultos?
Alfredo C. Goerdeler
DNI 22.235.448