Hace pocos días tuvimos la desagradable oportunidad de observar cómo un puñado de personas desenfrenadas tomaron a golpes de puño a un joven, que en la desesperación terminó aceptando que debía saltar al vacío desde la tribuna del estadio de fútbol, en la ciudad de Córdoba. Es muy habitual observar en estos escenarios la presencia de la masificación en el carácter de los seres humanos. Hay un extraño proceso a través del cual algunos individuos, al ingresar al estadio de fútbol, dejan atrás sus respectivas personalidades, circunstancialmente violentas, para convertirse en verdaderos asesinos. Delincuentes que obedecen a instintos curiosos, que se perfeccionan en las gradas de hormigón. Son los mismos sujetos que discuten en un percance de tránsito, pero en la cancha se constituyen en una banda de homicidas en potencia, que a veces concretan sus objetivos. Algunos son padres de familia durante los días laborales. Pero en el día futbolero se enajenan hacía la más desgraciada locura, quitarle la vida a un semejante. Así es la masificación, la pérdida de personalidad, al contrario de la multitud donde cada individuo conserva su personalidad y su temperamento. Estos fenómenos sociológicos no responden a parámetros autónomos y se relacionan directamente con la idiosincrasia de las naciones.
Hugo López Carribero