Norman Foster es uno de los arquitectos más reconocidos y destacados del mundo. Británico, multipremiado por sus construcciones, ganó entre otros premios el Pritzker que es el máximo galardón al que se pueda aspirar en arquitectura.
Este reconocido profesional fue el encargado de diseñar el nuevo edificio en el que hoy se encuentra la sede de la Jefatura de Gobierno de la CABA, en Parque Patricios, y es además es la tercera construcción en el país de este profesional.
El edificio, del que además participaron algunos arquitectos argentinos, es de carácter monolítico y ocupa la totalidad de la manzana delimitada por las calles Uspallata, Iguazú, Los Patos y Atuel en el barrio de Parque Patricios, y es parte del pujante Distrito Tecnológico.
Según contaron los referentes del estudio que llevó adelante esta magnífica obra de ingeniería, el trabajo tiene la particularidad de haber sido diseñado desde su inicio mismo, desde los cimientos, respetando una línea que trazó el propio Foster y que se terminó concretando en su finalización.
La estructura de hormigón armado que se decidió quedase a la vista, es uno de los puntos que determinan el lenguaje y la expresión que se buscó darle a la construcción. En su interior todo queda articulado a partir de una trama de columnas de 8 x 8 metros, eficiente para organizar los estacionamientos e integrada a la modulación de 1.60 x 1.60 de los espacios libres de oficinas.
Este mismo diseño está en la cubierta del edificio, la parte más emblemática del mismo, que está conformada por una serie de “paraguas” asimétricos de hormigón vinculados por vigas cada 16 metros. Uno junto al otro, los “paraguas” conforman una superficie continua apoyada en estas columnas de un metro de diámetro. No todas la columnas llegan al techo: en sentido longitudinal una cada 24 m, y sentido transversal una cada 16 m. Después de respetar estas dos estructuras vitales en el armado, el hormigón y el techo, en el resto del edificio se puede apreciar una construcción mucho más libre y creativa.
“Se buscó flexibilidad, conectividad y transparencia. Las generosas dimensiones de los espacios de trabajo, el sistema circulatorio vertical y horizontal, y un lenguaje en el que predominan el pasaje de la luz y la visibilidad de todas las partes, buscaron expresar y lograr la idea de un espacio de trabajo integrado, contemporáneo y democrático”, aseguró Berto Berdichevsky, base local del equipo de proyecto.
La obra se pensó en conjunto con el barrio y es por eso que la plaza ubicada enfrente al edificio, sobre la calle Uspallata, está integrada al proyecto. Un gran atrio de cuatro niveles cubierto por el llamativo techo ondulado de hormigón oficia de espacio intermedio entre la plaza y el edificio, y es a la vez una suerte de “espacio cívico” que comunica el carácter institucional del edificio. Una de las particularidades que tiene y que lo hacen un lugar distinto, tiene que ver con la división que se le hizo para delimitar el interior y el exterior del lugar. El mismo se construyó de vidrio y desde el hall de entrada se puede ver la planta baja y los tres niveles de oficinas.