Si se hiciera un listado de las parroquias porteñas más visitadas, sin dudas Nuestra Señora del Rosario, en Pompeya, estaría en los primeros lugares. Por sus naves y altar pasan a diario miles de fieles que se acercan a venerar a la Virgen, a pedirle milagros, y a agradecerle. La muestra de fe tiene su pico en las fiestas patronales, que se realizan cada 29 de octubre desde 1896.
Ese día, desde varias horas de que se abran las puertas del templo, los habituales colaboradores de la parroquia dejan todo preparado para recibir a las personas que año a año se acercan a renovar su fe en la virgen, a la que se le atribuyen muchos milagros de todo tipo.
Como cada año, esta vez se dispusieron mesas de venta de comida y bebida con precios accesibles, cuya recaudación será destinada a colaborar con el lugar.
"Vienen peregrinos de todos lados, de Santiago del Estero, de Salta, de Tucumán y de otras provincias del norte. Son cientos de peregrinos que pasan todos los 29 de octubre y también a diario, ya que hay mucha gente que hace transbordo en la zona. Las puertas del patio están abiertas y acá no se escucha tanto el ruido de la calle, es un espacio verde, de sombra y la gente lo disfruta", le contó a PORTEÑO DEL SUR el hermano Gustavo Corvalán, rector del santuario.
"Tenemos una fuente en el patio: la gente viene y se lleva el agua bendita. Los fieles se acercan, rezan y piden su gracia. Y la virgen es muy milagrosa, hay mucha gente que se ha curado con el agua de la virgen", nos cuenta Sara, una de las colaboradoras de la parroquia mientras toma pedidos de misa a los fieles.
La historia cuenta que el 15 de setiembre de 1885 se inauguró la capilla, originalmente ubicada en la calle Enrique Ochoa al 300, bajo la advocación de la virgen del Santísimo Rosario que se venera en el valle de Pompeya (Italia), razón por la que el barrio fue denominado como "Nueva Pompeya".
"Esta era una zona que se denominaba "Bañados de Flores" y que se caracterizaba por la peste que se respiraba. En esa época, el Riachuelo desbordaba y el agua llegaba a hasta la avenida Caseros inclusive. Tengo fotos de comienzos del siglo XX en el que se puede ver a la gente entrando a la iglesia en botes. Por suerte, eso cambió bastante", explicó el padre Claudio Bedriñan.
"El que inició esto fue un cura diocesano que quería hacerle un santuario al niño Jesús de Praga, y cuya imagen tenemos en el museo. Después terminó siendo consagrado a la virgen por los monjes capuchinos de Génova, que se quedaron hasta 1902. Se fueron tras una inundación y fundaron la parroquia de Santa María de los Ángeles en el barrio de Coghlan. A esta iglesia llegaron después los monjes capuchinos españoles, quienes fundaron una escuela gratuita, la primera de la Capital Federal, y que luego creció y se mudó a una manzana aledaña", recordó Bedriñan. Y destacó: "Este es el santuario mariano más antiguo e importante de la Capital Federal. Lo que es Luján para la Argentina, es el santuario de Pompeya para la ciudad".
Lo que hizo famoso al santuario es un milagro que ocurrió el 4 de julio de 1902 y que tomó estado público. Una mujer llamada María Luisa Calviño llegó casi ciega al templo, se lavó los ojos con el agua de la virgen y comenzó a recuperar la visión. Como había hecho la promesa de organizar una procesión desde el centro de la ciudad, Calviño logró que el Arzobispo Antonio Espinosa llevara al lugar a unas 5.000 personas. "Ese fue el primero de varios milagros que tenemos registrados con placas que exhibimos en un camarín del primer piso", señaló Bedriñan.i
Visitantes ilustres
"Sabemos que acá se bautizó Maradona cuando tenía aproximadamente un año, porque los registros lo acreditan", contó Sara en el sector de Informes de la parroquia, y destacó que el Diez no fue el único visitante ilustre.
"Aunque parezca mentira, el templo pasó cien años sin estar consagrado, por eso cuando el Papa Francisco era todavía Monseñor Bergoglio, consagró el santuario en el año 2000, como indica la placa que está en el patio de la parroquia", explicó.
"Es una celebración que consiste en ungir con aceite el altar, colocarle reliquias de santos y así pasa a ser consagrado. Te das cuenta si una iglesia está consagrada porque se ven cruces en las columnas", indicó por su parte el padre Brediñan.
El religioso recordó además que en el lugar funciona también un museo -de acceso restringido- en el que los fieles fueron dejando cosas valiosas como muestras de agradecimiento a la virgen.i
"Lo que la experiencia nos dice, a lo largo de los años, es que este santuario es el lugar en el que los peregrinos vienen a derramar el corazón", contó el hermano Gustavo Corvalán.
"Es un lugar al que la gente, habitualmente, viene de paso. Pero también a ofrecer, a dar gracias y a pedir. Van y vienen: tenemos un cinerario en el que muchos nos confían las cenizas y vienen siempre a rezar. Hay mucha oración y muchos vienen a buscar agua de los pies de María y vienen también a encontrarse con ella", añadió.
"Es una relación en la que, incluso nosotros que la vivimos acá, a veces estamos al margen: somos como los terceros. Son ellos y la virgen, y hay una relación ahí de compañía y de perseverancia en la que vienen solo a saludarla, a estar un rato, a descansar. Eso nos alegra porque es un lugar de oración, que es lo que pretendemos nosotros". destacó Corvalán.