El Comando Unificado Federal de Recaptura de Evadidos (CUFRE) definió una estructura piramidal de evadidos cuya base está conformada por cerca del 70% de los prófugos, considerados comunes, un 20 % de casos “complicados” y el resto (10%) de “élite”.
De esta manera, se conforma el total de los 51.262 prófugos registrados por el Sistema de Consulta Nacional de Rebeldías y Capturas (Co.Na.R.C.), el 77% de los cuales es argentino y el 23 restante de otras 87 nacionalidades.
La base Co.Na.R.C. se elabora con las comunicaciones que los tribunales realizan al Registro Nacional de Reincidencia de toda medida restrictiva a la libertad ambulatoria que se dicta en una causa penal, en cualquier jurisdicción del país.
Una buena parte de los prófugos comunes no sabe que tiene un pedido de captura. O bien porque el abogado no les avisó, o bien la ignoraron. Siguen con su vida habitual, haciendo trámites, no alteran su estilo de vida ni su domicilio y no están en actitud de fuga.
Para evitar el agobio y el desgaste que generan estas recapturas, en la cúpula del CUFRE desarrollaron una estrategia de sensores y de comunicación entre distintas áreas para avisar y coordinar medidas inmediatas.
Con el 20 por ciento de los evadidos “complicados” se hace una labor más exhaustiva, de investigación. Se trabaja con las fuerzas de seguridad y con autorización judicial.
Por resolución, el CUFRE trabaja en tres parámetros: los condenados; las personas que tienen recompensa establecida por el programa que actualmente tramita el Ministerio de Seguridad, y la tercera opción es en casos complejos y a pedido de la Justicia.
En vacaciones, y los fines de semana largos, por controles propios se detectan más prófugos.
En época de veraneo, por ejemplo, Prefectura Naval (PNA), Gendarmería Nacional (GNA) y Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) elevan el pico de detenciones por el movimiento de gente.
La temporalidad depende, también, de qué porcentaje de esa pirámide se esté hablando. Dentro del gran porcentaje están los vacacionales o los que viajan. Los que se sitúan por encima de esa base de prófugos, eluden pasos fronterizos habituales, tienen mecanismos de disuasión, se mueven con documentos falsos.
“Es gente preparada en contra del sistema que quiere buscarlos y detenerlos. Algunos se mudan una vez por semana. Hasta que se les acaba el circuito y empiezan a repetir los lugares”, explicó un vocero del CUFRE.
La mayor cantidad de detenciones de estos casos complejos que forman parte del 20 por ciento se registraron “por la muerte de la mamá, cumpleaños de los hijos”.
En operaciones desde 2016, al Comando Unificado Federal de Recaptura de Evadidos (CUFRE) lo integran cuatro mesas de trabajo, con cuatro efectivos de cada fuerza de seguridad, más la participación del Servicio Penitenciario Federal y un coordinador o Secretario Operativo.
Un grupo reúne información y chequea la base de datos de evadidos; otro, analiza la información y estudia al prófugo, su grado de complejidad, la situación judicial y si tras la fuga se abrieron nuevas causas penales; el tercero, operativo, aborda la cuestión judicial; y el cuarto, de control, hace el seguimiento del trabajo, mide tiempos y observa las trabas que surgen para resolverlas.
El CUFRE responde al Sistema Federal de Comunicaciones Policiales (SIFCOP) aprobado el 28 de septiembre del 2015 y se sustenta con el aporte de la Secretaría de Cooperación, los poderes judiciales, ministerios públicos y legislaturas.
Supervisa y activa lo relacionado con los prófugos para lograr su recaptura, pero no participa de esa acción. Solo reúne la información sobre los evadidos para que todos los entes del Gobierno que intervienen -tanto a nivel nacional como provincial o municipal- den el alerta sobre la fuga de los sujetos. Antes de que el comando se pusiera en funcionamiento, las fuerzas de seguridad no compartían información sobre los prófugos. “Lo que se busca es la interacción de los entes y organismos del Estado para lograr la detención de un prófugo, sin olvidarse de que son fuerzas distintas y que cada una tiene su idiosincrasia”, dijo un integrante del CUFRE. También coordinan con distintas dependencias de una misma fuerza cuando a alguien se lo investiga de manera paralela por distintos hechos.
“Supongamos que hay un prófugo cuya causa es robo con armas, pero tras su evasión cometió un secuestro extorsivo y está en trámite. Si actuamos para que lo detengan, podemos arruinar una investigación por secuestro extorsivo y dejar trunca esa investigación, y capaz que la víctima todavía no fue encontrada, o se trata de un cadáver no encontrado. También trabajamos en eso: para evitar que se produzcan esos choques”, señaló la alta fuente.
Sin la autorización judicial, no se inician los mecanismos de investigación, pero sí se disparan los mecanismos de comunicación que llegan, por distintas redes, a unos 20 organismos de seguridad. “La orden de captura se les comunica a todos y se espera que llegue la autorización de investigación para avanzar. Ahora, con la interacción que logramos, directamente viene la orden de captura y la autorización de investigación de tareas. Es automático”, agregó.
La diferencia entre el CUFRE y la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) es que éstos hacen tareas de inteligencia mientras que el comando coordina actividades para la búsqueda de prófugos. “El cliente del Estado es la inteligencia, y el cliente de la Justicia es la investigación”, concluyó el vocero del CUFRE.