De Vido preso: un fallido operativo y un champagne para Carrió

Allí, sobre la avenida Del Libertador, unos 30 gendarmes estaban listos para cumplir la orden de proceder a la “inmediata detención” que había dado el juez Rodríguez al Ministerio de Seguridad. Los efectivos cruzaron el umbral de la puerta principal, esperaron el ascensor, subieron por allí los once pisos que los separaban de su presa y entonces por un momento, que se harían varios minutos, reinó la incertidumbre.

Antes de las 15, comenzaron a circular los primeros rumores. Indicaban que De Vido, en ese instante el hombre más buscado del país, ya no se encontraba allí. Que estaba camino a los tribunales federales de Comodoro Py, para entregarse voluntariamente y en compañía de su abogado. Acaso para evitar ese “efecto López” de salir esposado y con un casco en la cabeza rumbo a un penal y frente a cientos de flashes. En su caso, todo indica que será el penal de Ezeiza, el más preparado para recibir a un insulinodependiente.

Los gendarmes se fueron con las manos vacías y entonces las cámaras de la televisión volvieron a cambiar de plano. Un Comodoro Py desolado, al que De Vido había llegado sorteando el megaoperativo, y desde donde dejó una frase elocuente dirigida a su principal enemiga política: “Mándenle champagne a la doctora Carrió de mi parte”.

Fue, acaso, la última picardía de De Vido en libertad.